Cano Briceño: casa La Semilla en Jiutepec

La parcela de terreno en la que se emplaza la casa La Semilla en Jiutepec, en los alrededores de Ciudad de México, se caracteriza por una vegetación espontánea más cercana a la imagen de una selva que a la de un jardín proyectado. La semilla de la arquitectura de Alfredo Cano Briceño se ha plantado aquí, en un sitio donde el proyecto ha tenido que hacerse sitio en la naturaleza, cuya fuerza y voluntad de permanencia superior son más que evidentes.
El artificio no triunfa sobre la naturaleza. Al contrario de lo que expresan otras vías proyectuales orientadas hacia un concepto de sostenibilidad canónica que contemplan el uso de materiales naturales, de materia reciclada y local, como la madera o la tierra cruda, Cano Briceño expresa una idea personal que se podría definir como ecología de lo vivido, una forma de proyectar que coloca en el centro la relación entre lo natural y lo artificial, entre el exterior y el interior. De esta forma se intenta que decaigan las diferencias funcionales entre los espacios y que el hombre aprenda a aprovechar los beneficios de la naturaleza en el ámbito de la construcción, en lugar de refugiarse en casa para protegerse. Por ejemplo, el uso del cemento natural y del cristal es el instrumento para eliminar la distinción entre lo que está fuera de la casa y lo que está dentro. La estructura realizada de esta forma, con solo 3 puntos de apoyo en el suelo para sostener la cobertura, deja al espacio una amplia flexibilidad de empleo que dialoga con el dinamismo visual que crean las cristaleras en tres de los cuatro lados.
Un alta tapia delimita lo que queda fuera de la parcela y favorece la proyectación de un invernadero que aprovecha otro “muro”, la barrera umbría de los árboles altos y gráciles tras la que se ha colocado la fachada sur de la casa, el que más sol recibe y que más necesita protección. Por lo demás, el clima y la luz natural entran por doquier por las cristaleras hasta el suelo, la única pantalla es el gran tejado de cemento, y la circulación del aire que se crea bajo esta estructura abierta invita a vivir la casa como si fuera un paisaje protegido.
La pasarela de madera natural nos invita a cruzar la casa, empezando en la entrada y llegando hasta el salón para continuar más allá y convertirse en mirador y terraza con vistas al estanque situado al norte. Un pasillo formado por los volúmenes del baño y la cocina, y dedicado a galería de arte y estudio,llega hasta los dormitorios. La habitación de los niños más cerrada y reservada, la matrimonial con paredes de cristal y el baño completamente desestructurado a la vista, donde se consigue un nivel intermedio de intimidad gracias a las cortinas blancas que corren a lo largo de los divisorios.
Ninguno de los ambientes se puede etiquetar funcionalmente sobre todo porque ninguno está definido en el espacio: todos los confines se pierden en el paisaje.
La clave está en el lenguaje combinado de cemento y cristal, cuya expresividad esencial se presta a la perfección a recibir la contaminación de la naturaleza.

Mara Corradi


Proyecto: Alfredo Cano Briceño (T3arc Taller de Arte y Arquitectura)
Jefe de proyecto: Omar Martínez
Colaboradores: Edgar Omar Martínez, Jhazmín Michan, Lilian Rebollo, Rafael Solórzano, Víctor Escobar, Angelica Valera, Gregorio Leon Diaz, Christina Sanchez, Patricia Torres, Garbiela Sotelo
Oscar Gutierrez, Fransisco del Toro, Nancy Alvear
Cliente: Particular
Lugar: Jiutepec, Morelos (México)
Proyecto estructural: Omar Laguna
Superficie útil bruta: 220 m2
Final de obras: 2011
Estructura y cobertura de cemento
Pavimento de cemento
Fotografías: (c) Luis Gordoa

www.t3arc.com