04-12-2019

Steven Holl: The REACH, JFK Center para las Artes Escénicas

Steven Holl,

Richard Barnes,

Washington D.C., Estados Unidos,

Museos,

Superando el concepto de monumento Steven Holl realiza The REACH, la ampliación del JFK Center para las Artes Escénicas en Washington DC. El campus apuesta por el Kennedy Center en cuanto institución artística orientada al futuro y homenajea a JFK y su significativa contribución a la cultura americana.



Steven Holl: The REACH, JFK Center para las Artes Escénicas

Un festival con grandes nombres de la escena musical inauguró el pasado 7 de septiembre la ampliación del JFK Center para las Artes Escénicas. THE REACH, en Washington DC, es un proyecto de Steven Holl Architects que fue iniciado en 2012.
A pesar de formar parte de un contexto constelado de memoriales dedicados a la historia americana (el Monumento a Washington, el Lincoln Memorial, el JFK Center para las Artes Escénicas mismo en su edificio original de Edward Durell Stone) THE REACH deja de lado el concepto de monumento tradicional en favor de una obra de arquitectura que concede sus espacios, cuyo primer objetivo es la implementación de espacios dedicados al servicio del arte. .
La idea es realizar un “memorial viviente”, dice el arquitecto Steven Holl, donde la estructura asuma una posición “activa” en el paisaje del gran parque monumental de Washington. La misión del conjunto de ampliación era ofrecer un espacio donde la colectividad pudiera estar en contacto directo con el arte mediante la experiencia de la representación, siguiendo un itinerario de inmersión en espacios que potencian la calidad de los estímulos percibidos.
En un conjunto proyectado como una miscelánea entre lo construido y el paisaje, los tres pabellones principales emergen del parque como elementos separados, icónicos, esculturales, que en realidad esconden, bajo un sistema de tejados verdes, espacios abiertos, salas de ensayo y salas para espectáculos, así como estudios y aulas para el aprendizaje de las artes.
Los volúmenes se presentan fragmentados y con una orientación distinta cada uno, lo que deja amplio espacio para articular una serie de senderos que se pueden recorrer abandonándose a la contemplación. Cuando gran parte de los espacios de la ampliación del centro se esconden dentro de un parque público, la comunidad dispone de la posibilidad de sumergirse en la naturaleza, descubriendo en los pabellones las etapas de una exploración de reconocimiento del arte. Al estar los tres edificios principales distribuidos de forma irregular se trazan perspectivas de observación particulares sobre cada elemento de referencia, ya sean naturales o históricos. Y no se queda ahí la cosa. Éstos sirven como escenario para espectáculos e iniciativas al aire libre. La pared norte del Skylight pavilion, situado en el centro del parque, está pensada para utilizarla como telón para proyectar simultáneamente los espectáculos en directo que se celebran dentro del Kennedy Center.
Además de un estanque delante del River Pavilion que alude a la presencia del río Potomac en cuyas orillas surge el memorial, el plan maestro también incluye un momento para reflexionar sobre la vida del presidente Kennedy: en la parte sur un bosque con 35 árboles de gingko rinde homenaje al que fuera 35° presidente de los EE.UU.; mientras que la gran terraza ajardinada simboliza la PT-109, es decir la lancha torpedera de patrulla de la que JFK fue comandante en el Pacífico durante la II Guerra Mundial, consiguiendo poner a salvo a los supervivientes de su tripulación tras el hundimiento de la embarcación por parte de los japoneses.
Contemplando desde lejos el conjunto de los tres pabellones, se presentan como monolitos blancos que capturan la luz. El trazado curvo de algunas paredes aumenta en el observador la sensación de encontrarse frente a auténticas esculturas a escala arquitectónica. Sin embargo al acercarse el visitante puede notar el hecho de que las paredes están compuestas por paneles de cemento teñido de blanco y que cada uno de ellos lleva impreso una especie de acabado superficial que proviene de la huella de abeto Douglas utilizado en los encofrados. Esto ayuda a redimensionar cada gran monolito de forma diferente a un conjunto de partes a escala humana, lo que permite descubrir entre ellos una unidad inesperada.
Hay que señalar que Steven Holl ha dado especial importancia a la luz que entra en los espacios de acceso a las salas de ensayo y en los espacios para eventos. Mediante la aplicación de películas blancas translúcidas entre las capas, las cristaleras de gran tamaño difunden la luz en profundidad en el interior, mientras en cambio la reflejan de noche hacia el exterior cuando los pabellones se transforman en gigantes linternas luminosas. La relación entre el arte y el paisaje es de vital importancia, como confirma a su vez el nuevo puente peatonal ligerísimo que desde el Skylight pavilion cruza la carretera hasta el Rock Creek Trail para dirigirse al paseo fluvial de Georgetown.
Y eso no es todo, ya que dentro de los pabellones se oculta otra innovación. En una interesante entrevista publicada en la web Citylab, Garrick Ambrose, uno de los socios más antiguos de Steven Holl Architects y proyectista en el equipo de THE REACH, cuenta sobre una investigación aplicada al hormigón armado y desarrollada por el equipo específicamente para este proyecto. Y ya ha pasado a la historia como el crinkle concrete (“hormigón arrugado”), un cemento que compone las paredes de algunas salas y que está dotado de altas prestaciones acústicas. Garrick Ambrose explica que lo más desacertado en campo acústico es la presencia de dos paredes paralelas, como las que normalmente delimitan una habitación cualquiera, porque las ondas sonoras rebotan continuamente. Con el asesoramiento del experto en acústica, David Harvey de Harvey Marshall Berling Associates, el equipo de Steven Holl se esforzó por crear una superficie que fuera lo más posible casual y con suficiente profundidad para interrumpir las ondas sonoras y así mitigar la reverberación no deseada. La forma se parece a la de una hoja de papel arrugada y se logró colando el hormigón en moldes construidos por fases, primero de aluminio plegado, luego de resina, posteriormente de goma y para terminar transformándolos en encofrados de hormigón. El efecto escénico sin duda es sorprendente.

Mara Corradi

Architects: Steven Holl Architects
Client: John F. Kennedy Center for the Performing Arts
Design architects: Steven Holl, Chris McVoy, Garrick Ambrose
Partner in charge: Chris McVoy
Project architect: Garrick Ambrose
Assistant project architect: Magdalena Naydekova
Project team: Bell Ying Yi Cai, Kimberley Chew, J. Leehong Kim, Martin Kropac, Elise Riley, Yun Shi, Dominik Sigg, Jongseo Lee, Alfonso Simelio
Crinkle Concrete Development Team: Garrick Ambrose, Chris McVoy, Magdalena Naydekova

Associate architects: BNIM
Project manager: Paratus Group
Structural engineers: Silman
MEP engineer: ARUP
Civil engineers: Langan
Climate engineers: Transsolar
Lighting consultant: L’Observatoire International
Cost estimator: Stuart Lynn Company
Code consultant: Protection Engineering Group
Façade consultant: Thornton Tomasetti
Landscape architect: Edmund D Hollander Landscape Architects Design
Traffic and parking: Gorove Slade Associates
Food service consultant: JGL Food Service Consultants
Regulatory consultant: Stantec
Acoustic/AV/IT/security consultant: Harvey Marshall Berling Associates
Pre-construction manager: James G. Davis Construction Corporation
Vertical transportation consultant: Vertran
Concrete consultant: Reg Hough Associates

Location: Washington D.C. (USA)
Years: 2012-2019
Construction period: November 2015 – September 2019
Building area (square feet): 72,000 sf interior space
Landscape area (square feet): 130,000 sf
of gardens with reflecting pools and pedestrian bridge connection to river front

Pavilions: white titanium concrete
Interior walls: reinforced concrete
Green roof deck: post-tensioned reinforced concrete with bubble deck voids
Custom acoustical crinkle concrete

Photographs by: © Richard Barnes


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