17-11-2021

Amelia Tavella: Ampliación del Convento de San Francisco en Sainte-Lucie-de-Tallano

Amelia Tavella Architectes,

Corcega,

Iglesias y cementerios,

Construcción fortificada de finales del siglo XV, centro de vida contemplativa posteriormente y más tarde, edificio en ruinas, el Convento de San Francisco en Sainte-Lucie-de-Tallano, Córcega, ha sido restaurado por el estudio de Amelia Tavella, para convertirlo en mediateca y lugar para eventos culturales.



Amelia Tavella: Ampliación del Convento de San Francisco en Sainte-Lucie-de-Tallano

Cuando recibió el nombramiento de Dama de la Orden Nacional del Mérito, por parte de la Gran Cancelería de la Legión de Honor, la arquitecta Amelia Tavella estaba finalizando la restauración y ampliación del Convento de San Francisco en Sainte-Lucie-de-Tallano, en Córcega. Así que 2021 será un año representativo para su carrera profesional, que de joven arquitecta francesa la ha llevado al reconocimiento internacional.
Su intervención en este lugar de compleja historia dedicado a San Francisco, ubicado en la pequeña localidad de Sainte-Lucie-de-Tallano (solo 450 habitantes) posee una energía impresionante, que sorprende tanto a los implicados en las obras como al gran público.
La Collectivité de Corse, órgano institucional que se ocupa de la planificación y desarrollo de la isla, quería recualificar este lugar cuyo origen se remonta al 1480 pero que estaba abandonado y en ruinas desde hacía tiempo. Se encuentra en un pequeño promontorio que domina la localidad de Sainte-Lucie-de-Tallano en la Alta Rocca. Rodeado de montañas y colinas cubiertas de bosques de encinas, castaños y pinos, había una construcción que se había erigido como fortificación, pasando más tarde a la historia como un lugar de oración dedicado a San Francisco, y que recientemente había sido clasificado monumento histórico, aunque carecía de un uso concreto.
Las ruinas del convento incluían dos cuerpos principales construidos en piedra, de los que uno estaba dedicado a la iglesia y el otro contenía las celdas y otros lugares de trabajo de los monjes, alineados en dirección oeste, con un claustro central. El lugar se encuentra ligeramente realzado respecto a la calle de acceso que rodea el conjunto delimitando el área respecto a la naturaleza del entorno. El objetivo del proyecto era valorizar los espacios históricos restaurándolos y asignándoles nuevas funciones, para que el monumento se convirtiera en centro cultural que fomentara la cohesión social, con salas de exposiciones, una mediateca y espacios dedicados a la infancia.

Al hablar de las condiciones en que versaba, Amelia Tavella destaca la fascinación de un lugar que había experimentado más de un proceso de transformación a lo largo de su historia, y que antes de la última obra estaba en gran parte englobado por la vegetación. Al insinuarse ésta entre las piedras, en cierto sentido había contribuido a proteger los volúmenes de la erosión y del derrumbe. El concepto de espacio auténtico, tal y como la historia lo había trasladado hasta nuestros días, y sumergido en plena naturaleza, exigía que el proyectista lo preservara, desechando cualquier enfoque que pretendiera reconstruir las partes dañadas o que faltaban imitando el mismo estilo. La idea de la arquitecta era que el nuevo centro cultural debía contar con una sede que declarase abiertamente su vinculación con la historia local, partiendo de la restauración de un edificio simbólico de la zona, y por el que la gente siente cariño, pero también que representara el tiempo presente que entrará un día a formar parte de la historia.
Por este motivo la ampliación de la parte en ruinas, la del claustro donde estaban las celdas de los religiosos, reconstruye idealmente, en forma y tamaño, la que se fue perdiendo, pero sin imitar el pasado, sino con un nuevo diseño dictado por el uso y los nuevos materiales que se tienen a disposición ahora. El edificio recupera su tamaño primitivo, duplicando el volumen para dar acogida a nuevas salas, y a la vez transformándose en una construcción distinta de lo que era, un gesto de lo contemporáneo. Mientras que en las estructuras antiguas se eliminaron las señales de deterioro y los revoques añadidos, para sacar la piedra a la luz, la ampliación se realizó con una estructura totalmente revestida de celosías de cobre, una especie de “mashrabiyya” que evoca la tradición mediterránea de las construcciones, perfecta para dejar pasar al interior la luz y el aire. “Me gustan los materiales que reaccionan ante la luz y otras acciones del tiempo” cuenta Amalia Tavella, revelando su predilección por la materia que tiene el poder de conservar en si una memoria.
El cobre se utilizó para diseñar el perfil perdido del viejo edificio, representando la subdivisión por plantas mediante el ritmo de los paneles metálicos, reproduciendo los portales abovedados y la inclinación del tejado de aguas. Un material precioso, que posee características de brillo que logran transmitir la importancia histórica del lugar, elevando la sección de la ampliación al mismo nivel de valor que la parte antigua. Se logra así un diálogo que sitúa la obra contemporánea en el mismo plano de la reliquia histórica.
Con estos requisitos, el lugar dedicado a San Francisco, por el que la gente siente tanto cariño, que forma parte de su historia y su memoria, vuelve a ser disfrutado, en la misma posición y con la misma relación con el territorio, pero con un significado diferente, el que le aporta a la construcción el proyecto actual. Porque también nuestro tiempo tiene el derecho y el deber de dejar testimonios de lo que somos a lo largo de la historia.

Mara Corradi

Architects: Amelia Tavella Architectes
Client: Collectivité de Corse
Location: Sainte Lucie de Tallano, Corse (France)
Surface: 1 000 sqm
Historic building advisor: Perrot & Richard
Structural engineer: ISB
Fluids engineer: G2I
Economist: Ingenia
Acoustic consulting: Acoustique & Conseil
Project: 2019
Completion: 2021
Photos: Thibaut Dini


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