Bianca y geométrica como tanta arquitectura portuguesa, de Siza a Souto de Moura, la iglesia de San Antonio en Portalegre de João Luís Carrilho da Graça abraza metafóricamente a la comunidad Cristiana con su planta en forma de C compuesta por el lugar de culto y por el centro parroquial. Ejemplo de arquitectura contemporánea concebida en estrecha relación con el paisaje y la naturaleza.
El intento del arquitecto João Luís Carrilho da Graça en Portalegre, Portugal, era no solamente el de construir una iglesia sino también, por el bien de la comunidad, construir espacios de participación social, los que llamamos oratorios en España, espacios conectados al lugar de culto en los que la gente pudiera quedar, pasar su tiempo e relacionarlo con la actividad religiosa y con el crecimiento espiritual.En la tradición católica el lugar sagrado y sus espacios circunstantes como la sacristía del párroco o las aulas para la enseñanza de la religión, han estado desde siempre estrechamente ligadas y por esta razón el proyecto del arquitecto Carrilho da Graça aparece tanto más simbólico, en cuanto está diseñado como una C, que se alarga para formar un gran patio dedicado a la acogida y al encuentro. Blanca y geométrica como tanta arquitectura portuguesa de los últimos años, de Álvaro Siza a Eduardo Souto de Moura, esta iglesia es un punto de luz en el panorama de la ciudad, cuyas paredes impenetrables acompañan el camino de la gente conduciéndola hacia la entrada, que está formada por un bajo y amplio portal. Ligeramente retrasado con respecto al límite del edificio, esto ha permitido abrir dos puertas de acceso a los locales del centro parroquial, que se encuentran a ambos lados abrazando el patio.
Después de haber pasado el portal, se accede al lugar del rito atravesando la anteiglesia, que está limitada por dos tramos revestidos de cuarzo; éstas conducen al oratorio, desarrollado con una planta en forma de C en dos niveles. Se habría esperado que el volumen del lugar de culto prevaricase el del centro parroquial que depende de él: en cambio la excepcional instalación compositiva de Carrilho da Graça invierte las proporciones recíprocas. Así la importancia de la iglesia viene dictada exclusivamente por su centralidad: el espacio del rito es el corazón del diseño, si se le observa en planta, pero mirándolo en cambio en alzado frontal éste desaparece. Desaparece tras la perspectiva de las dos vidrieras, la delantera que se asoma a la anteiglesia y la trasera que literalmente deja entrar en la iglesia la colina de roca sobre que la que está construida la arquitectura. Desde el portal de entrada es posible así ver hasta la roca, atravesando la anteiglesia al aire libre y la iglesia “de cristal”.
Con sus muros blancos, los cortes regulares de las ventanas y la planta de una sola nave, la iglesia está sumergida totalmente en la luz. Carente de cualquier decoración, dirige las miradas sólo hacia adelante, hacia la roca desnuda que se cierne, iluminada también por la noche, del que el suelo de mármol del presbiterio parece su continuación natural. Recurso escénico de fuerte valor espiritual, la conmixtión entre lo construido y lo natural de João Luís Carrilho da Graça es un homenaje a tanta arquitectura religiosa erigida en la roca como la Temppeliaukio Kirkko en Helsinki, sólo por citar una de ellas.
de Mara Corradi
Proyecto: João Luís Carrilho da Graça
Colaboradores: Inês Lobo, João Maria Trindade, Flávio Barbini, Maria João Barbini, Luís Barros, Filipe Homem, Paula Miranda, Susana Rato, Pedro Ricciardi, João Manuel Alves, Inês Cortesão, Joanna Malitzki, Andreia Salavessa, Julieta Cunha, Sandra Macieira, Nuno Pinto y João Rosário
Cliente: Fábrica da Igreja Paroquial da Freguesia da Sé
Lugar: Portalegre (Portugal)
Proyecto paisajístico: Guilherme Carrilho da Graça
Superficie útil bruta: 3.050 m2
Inicio del Proyecto: 1993
Final de las obras: 2008
Empresa constructora: AFA consultores de engenharia
Fotografías: © FG+SG Fernando + Sergio Guerra
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