29-03-2019

Valvigna: veinte años de colaboración entre Prada y Guido Canali

Guido Canali,

Agostino Osio,

Valvigna, Arezzo, Italia,

Fábricas,

Guido Canali firma un nuevo proyecto para Prada. Una fábrica-jardín en Valvigna que profundiza en la línea de actuación del arquitecto y la compañía en torno a ética, arquitectura, trabajo y paisaje, iniciada en 1999 y en la cual siguen experimentando.



Valvigna: veinte años de colaboración entre Prada y Guido Canali

Desde Depero y Campari, pasando por Behrens y AEG, hasta Sottsass y Olivetti, son bastantes las colaboraciones entre grandes artistas o creadores y grandes marcas que han dado excelentes resultados. Entre ellas también se puede citar el binomio Prada - Guido Canali. Su colaboración empezó justo hace 20 años, en 1999, cuando el arquitecto de Parma proyecto las instalaciones de Montevarchi para el coloso de la moda. Hoy en día, tras ocuparse de la sede de Montegranaro (2001) y del polígono de Levanella (actualmente en fase de construcción), Canali pone su firma también en la sede industrial de Valvigna.
Valvigna profundiza en un tema recurrente en el trabajo de Canali para Prada, el de la fábrica-jardín. Las instalaciones acogen los departamentos de producción y desarrollo para las peleterías Prada y Miu Miu, y los almacenes de materias primas. Pero aún hay más. Aquí también se ubica el centro de elaboración de datos de todo el grupo Prada, el archivo histórico de peletería y calzado, locales técnicos, oficinas administrativas, e incluso un auditórium. Solo que una fábrica que se limitara a ser operativa habría resultado insuficiente. Ser una gran marca implica responsabilidades y Prada con Canali comunican un claro mensaje. El proyecto nació también para intervenir en un territorio degradado, mitigando lo más posible el impacto paisajístico y –en cierto sentido– haciendo un favor al ambiente al igual que a quien vive en ese ambiente.
“La abundante vegetación, exaltada por láminas y estanques de agua que también actúan como reserva energética, es parte integrante de la fábrica. Y no es una exhibición con fines decorativos, sino que sirve para contribuir al bienestar de las personas que trabajan allí. Una obra de arquitectura que evita cualquier gesto gratuito y exhibicionismo, que es fiel a un rigor crítico de ascendencia racionalista, siempre eliminando y ponderando. Los fascinantes jardines secretos, las pérgolas sombreadas de parras, los estanques deslumbrantes no representan la complacencia formas de los arquitectos, sino el respeto por la dignidad y la salud, también psíquica, de los que entre esas paredes y esos jardines tendrá que trabajar.”
La visión que ha aportado unidad a las intenciones de los dueños y del proyectista se apoya en tres pilares: el respeto del trabajo y del trabajador, la "calidad sin compromisos" y el reconocimiento de la importancia de los detalles como expresión de eficiencia, y no como frivolidad estética fútil. Tres pilares que explican una ética " desarrollada juntos en veinte años de colaboración, que se introdujo de forma espontánea en un momento de la historia en el que tomar partido por dichos valores aún no era un deber.”, afirma Patrizio Bertelli, AD del Grupo Prada.
La historia de Valvigna empezó antes del encuentro entre Canali y Prada, en 1998, cuando el Grupo compró un terreno de 30.000 m2 en la provincia de Arezzo, en Toscana. La zona, ocupada por una fábrica de tejas abandonada, necesitaba una recualificación. Con el paso de los años los dueños fueron conquistando con paciencia otras tierras limítrofes, dando respiro a las instalaciones y empezando a plantar árboles que fueron dando un nuevo aspecto a estas tierras cercanas a la Autopista del Sol.
Delante de la fábrica, una amplia zona de aparcamientos y calles de uso público. El proyecto hace retroceder el edificio e introduce una cortina intermedia de tres gradas en las que están plantadas las filas de parras. La planta baja desaparece a la vista y la fábrica se arrellana en este nuevo plano 8 m por encima de la explanada. La marca horizontal señala toda la longitud de la parcela, y se convierte en permeable a la vista donde desaparece el volumen que esconde. La proyectación de la parte de atrás fue más difícil: el espacio es estrecho y la colina estaba en mal estado. Por eso las oficinas y el comedor están cerrados hacia el exterior, abriéndose en cambio hacia claustros y patios interiores. Para terminar se restablecen las laderas de las colinas, dándoles una inclinación suave y garantizando la seguridad hídrica y geológica del terreno. Un sistema de pérgolas ligeras cubiertas de parra, salpicadas de moreras, granadas, azufaifos se alternan con parterres de lavanda, creando el contexto en el que se encuentran los aparcamientos, completamente filtrantes. Mientras se construye la fábrica, la colina se recompone en un diálogo con el paisaje recobrado.
La obra expresa un respeto casi religioso por la naturaleza, que se recompone y queda protegida, y por el trabajo del hombre, al que se le reconocen el valor y la dignidad. Como se decía al principio del artículo, Prada y Canali constituyen una de esas colaboraciones que se deben tomar como ejemplo positivo durante mucho tiempo.

Francesco Cibati

Place: Valvigna, Arezzo, Italy
Year: 1998-2017
Architect: Guido Canali
Client: Prada Group
Built surface area: 32'431 mq
Trees, shrubs and carpeting plants planted: 112,000+
Photos: Agostino Osio courtesy of the Prada Group


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