28-04-2021

OASIS URBANAS

Piuarch, WOHA Architects, Richard Bliah Associates, UID architects, Konodesigns,

WOHA , Lorenzo Barassi, Koji Fujii, Hélène Veilleux,

Hiroshima, Milán, Tokio, Japón, Singapur,

Urban Farms,

Cuando logras ver el mundo sin creer que es simplemente el campo de juegos del hombre, seguramente puedes darte cuenta de la ubicuidad de las plantas. Están por todas partes y sus aventuras se cruzan inevitablemente con las nuestras”,- Stefano Mancuso



<strong>OASIS URBANAS</strong><br />
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Hay una linda historia que me gustaría contar. Un amigo de la época de la universidad, que al igual que yo formaba parte de un grupo de entusiastas de la máquina filmadora y experimentaba con filmaciones alimentadas por una extraordinaria y maravillosa imaginación, había pensado en relatar la relación entre una planta y el jardinero que la cuidaba. Una relación hecha de mucho amor pero también de momentos de miedo, como cuando la pequeña planta verde debía ser podada y, al ver acercarse las tijeras, sus palpitaciones se aceleraban o adoptaba astutas estrategias de defensa. En aquella época pensábamos que estas ideas eran excentricidades, con seguridad curiosidades, pero al fin, al límite entre un cuento y lo surreal. El mundo vegetal, en fin de cuentas, en su dimensión silenciosa, rodeado por un aura sumamente misteriosa, es realmente carismático y fascinante y con frecuencia sucede que se instauran conversaciones mentalmente, soñando e imaginando una respuesta emocional recíproca.
 
Pero hoy día su cortometraje sería visto e interpretado atentamente porque resultaría absolutamente actual. De hecho, nunca antes como en estos tiempos el hombre se ha visto tan deseoso de verde. Parecería que ya no le sirve el entorno urbano en el que se desarrolla su vida. Mucha literatura, entre la narrativa y lo científico, está proliferando y son numerosos los grupos de profesionales que han nacido para dedicarse a una cuestión difícil de resolver, haciendo de esta condición de malestar el objeto de sus proyectos. Uno de éstos, Pnat, nacido en 2014 como una extensión del Laboratorio Internacional de Neurobiología Vegetal, LINV, de Florencia, busca la aplicación práctica de los resultados de la exploración científica que se conduce en el Instituto en la fase de investigación. Se trata de un equipo formado por dos arquitectos y cuatro botánicos que, en su enfoque proyectual, aplican principios basados en la biomimética, proponiéndose, como imitadores del comportamiento de las plantas en el reino vegetal, mejorar el ambiente humano. Hace algunos días leí un artículo que hablaba precisamente de uno de los arquitectos del grupo, Antonio Girardi, y he hallado realmente interesante su referencia a una famosa leyenda, aquella sobre el origen de la ciudad de Roma, que pone como un ejemplo del nacimiento de la urbanización. En la famosa afrenta de Remo, que osa saltar el muro que acaba de erigir su hermano, ve la representación simbólica del final de un entorno natural, confinado a las afueras de la muralla de un nuevo mundo artificial. De esta rotura se derivaría la interacción fallida entre las dos realidades, una fractura original que habría determinado una real contraposición causada por los arquitectos que, al violar la relación simbiótica que unía a los hombres y a las plantas, han utilizado éstas como ornamento y no como parte integrante de la vida de las personas. Quizás por esto el deseo de la naturaleza metropolitana está haciéndose sentir tan fuertemente.

El Profesor Stefano Mancuso, director de LINV, es uno de los fundadores de Pnat. Su especialización forma parte de la botánica y estudia la memoria, el aprendizaje y la capacidad de comunicación, y una probable vida social de las plantas. A raíz de sus estudios ha descubierto que, si bien no poseen como los animales nervios y un cerebro, durante su evolución han demostrado una cierta sensibilidad, una real socialización y "capacidad de resolver los problemas" que se han ido presentando, un comportamiento que por definición equivale a poseer inteligencia. Basándose en las especulaciones experimentales, serían capaces de “‘oler’, ‘escuchar’, comunicar entre individuos de la misma especie y, en ocasiones, con los de otras especies, y aprender a través de una cierta forma de memoria, que les permite resistir mejor a los ataques de insectos y herbívoros”. Por lo tanto, si decidiéramos inspirarnos más biológicamente en la conducta de este reino vegetal y de otras formas de vida a la que nos unen intrínsecamente muchos aspectos, como lo sugiere este experto que en 2013 el New Yorker ha incluido en la clasificación de los World Changers, es decir, aquellos que están tratando de cambiar el mundo, probablemente podríamos alcanzar un mayor equilibrio con esta contraparte que nos está pareciendo tan necesaria.
 
Muchos arquitectos se están moviendo para crear entornos ciudadanos alternativos que puedan ofrecer una interacción entre lo artificial y lo natural. Me gustaría que quien guiara esta elección, en la vasta variedad de programas para un rincón verde en un tejado, un balcón, una vivienda o una oficina, fuese la necesidad real del cliente. La variedad de tipos y de soluciones para un jardín o una huerta, desde la rígida organización geométrica hasta el exuberante crecimiento libre y desordenado, debe, además de mejorar la calidad del aire, satisfacer una necesidad absolutamente individual, un requerimiento muy simple pero realmente fundamental. Sentir placer y transcurrir horas felices, libres de pensamientos, puede depender de un rincón verde íntimo, del disfrute de la soledad o del compartir en compañía de los amigos, o bien, de un trozo de terreno y un minioasis florecido que deba ser atendido y cuidado.

También en los ambientes laborales, incluso en los de muchos arquitectos, desde hace ya tiempo se están aprovechando con entusiasmo creciente los espacios a disposición que, al aliviar los tiempos de actividad, nos conceden pausas regeneradoras y momentos para compartir. Woha, firma de Singapur que desde siempre se ha dedicado con incondicionado y apasionado compromiso a la causa de un ambiente natural y en contra del sistema de climatización artificial, particularmente difícil de combatir en un contexto tropical, ha transformado el tejado de su sede de varios pisos, en un tiempo ocupado por los compresores del aire acondicionado, en un jardín productivo. Junto a los proyectos importantes, fachadas de altos edificios que viven y respiran recubiertas de mantos verdes, inmensas estructuras perforadas con sky-gardens y sky-parks, amplios conjuntos sumergidos en paisajes que ambicionan evolucionar para convertirse en verdaderos ecosistemas, la pequeñísima finca-huerta urbana de 195 metros cuadrados no quiere ser menos. Absolutamente ecológica, con más de 100 especies de frutas y verduras, cuidada en los detalles, dedica un área al cultivo acuapónico de flores, un sistema perfecto de cultivo cíclico que combina la fertilización, la filtración y la circulación del agua en un circuito cerrado, ayudado por un estanque de tilapias que permite la asociación simbiótica. La vegetación crece frondosa casi por todas partes, con asientos por aquí y por allá para que quien sube a tomarse un momento de relax pueda disfrutar de la vista circunstante de los demás tejados, entre rúculas, ajíes, bananas, maracuyás, granadas, limones, albahaca, menta y hierbas aromáticas. Wong Mun Summ y Richard Hassell, en una entrevista, han enfatizado no solamente las importantes ventajas que ofrece el diseño biofílico al permitir integrar elementos naturales como éstos en los edificios, mejorando la calidad del aire gracias a los ecosistemas, controlando la temperatura y contribuyendo con la ecología urbana, sino que además hablan de la pasión con la que muchos de los ‘agricultores’ del personal se están dedicando al crecimiento de este pequeño jardín de las maravillas. Todo está creciendo sin el uso de pesticidas, y con gran orgullo la pareja afirma que los pájaros están contribuyendo gradualmente a evitar los daños provocados por los insectos.



Naturalmente, la producción no es suficiente para satisfacer las necesidades cotidianas del equipo de trabajo, pero sí para celebrar algunos eventos, y se sienten muy satisfechos de poder utilizar lo que ha sido cultivado con el aporte de todos. Yo pienso que se ha planteado una cuestión muy objetiva con relación a los dos fundadores de Woha, al sostener que en su trabajo, decididamente prototípico, con propuestas que van desde la macroarquitectura a la microurbanística, se puede observar constantemente una peculiaridad que los distingue, es decir, la tendencia a promover la normalización de aquellos que a primera vista parecen conceptos radicales, como este tejado al aire libre convertido al verde comestible, que en este momento parece una elección de lo más obvia.

Hace varios años, en ocasión de un Fuorisalone, recuerdo otro rincón bastante especial, uno de los primeros que se podría apreciar entre los tejados de la ciudad de Milán, que me había capturado por la romántica sencillez que desprendía. En el corazón del barrio Brera, en la cima de una vieja casa se abría paso en medio de los demás edificios que la superaban una plataforma de 300 metros cuadrados de viejos y descoloridos pallets de madera, de los que se asomaban esparcidos por aquí y por allá girasoles, en medio de tomates, flores del campo y plantas aromáticas. ‘Orto tra i cortili’ (Una huerta entre patios), como había sido llamada, concebida para ser permanente, contemplaba también la producción de hierbas oficinales. El estudio de arquitectura Piuarch, que tiene sus oficinas en esa casa, ha sido su autor con la colaboración del paisajista Cornelius Gavril. Propuesto como un modelo digno de imitar, basado en un sistema modular económico y fácil de reproducir a amplia escala, pretendía sensibilizar sobre los temas que en esa época no eran aceptados con la misma receptividad de hoy día: la importancia de la rehabilitación energética del establecimiento y la recuperación funcional de las superficies no utilizadas de la ciudad como contribución en aras de la biodiversidad, la colectividad y el coworking.


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