09-02-2022

URBANISMO TÁCTICO

URBANISMO TATTICO,

Lograr la ciudad ideal resulta una ambición absolutamente improbable, pero como subrayó la comisión encargada de organizar la exposición del Pabellón de EE.UU. en ocasión de la XIII Bienal de Arquitectura de Venecia en 2012, la combinación de optimismo y conocimientos técnicos, una implicación participativa efectiva más una gran dosis de activismo y diligencia, podrían contribuir a acercarse a esa existencia urbana justa, sostenible, feliz y sana que todos desearíamos.



<strong>URBANISMO TÁCTICO</strong> Lograr la ciudad ideal resulta una ambición absolutamente improbable, pero como subrayó la comisión encargada de organizar la exposición del Pabellón de EE.UU. en ocasión de la XIII Bienal de Arquitectura de Venecia en 2012, la combinación de optimismo y conocimientos técnicos, una implicación participativa efectiva más una gran dosis de activismo y diligencia, podrían contribuir a acercarse a esa existencia urbana justa, sostenible, feliz y sana que todos desearíamos. “Common Ground” era el tema general de la bienal propuesto por David Chipperfield, y ‘Spontaneous Interventions: Design Actions for the Common Good’ le hace eco, una serie de proyectos que requieren un modo para mejorar la participación, la equidad y el derecho a la ciudad. El movimiento de la urbanística hecha en casa, la guerrilla, lo informal y lo táctico, operaciones que se basan en toques ligeros e inversiones económicas mínimas, forman parte todos ellos de una estrategia única para transformar el contexto metropolitano contemporáneo en un ambiente más accesible y compartido. Constituyen muchas pequeñas acciones constructivas que en su sencillez logran implicar a la gente y promueven lo compartido.

Especialmente los artistas, con su especial sensibilidad y sus grandes dosis de creatividad, se han adueñado a menudo de paredes y calles de la ciudad, difundiendo mensajes que pueden provocar indignación o simplemente una reflexión, pero que en cualquier caso han contribuido a hacer madurar una concienciación social y una mayor responsabilización frente a situaciones de malestar y estrecheces que afligen a una parte de la comunidad. Michael Sorkin, miembro del comité encargado de la exposición, introduce las 124 obras seleccionadas, animadas por aspirar a concretar físicamente algún deseo colectivo de una vida mejor, reconsiderando aquellas obras que la planificación desde lo alto ha descuidado o propuesto de forma inadecuada. Así, Sorkin en su introducción, celebrando la importancia de estos procesos que expresan un derecho vital, extrae una cita de ‘The Magna Carta Manifesto’ de Peter Linebaugh que describe la forma en que el espacio público en principio se presenta como auténtico bien común, como una creación de "personas que expresan una forma de vida para sostener su autonomía y su necesidad de subsistencia”, un momento clave en la historia de la democracia que se ha de tutelar, conscientes de la importancia vital que representa. Experiencias, experimentos y provocaciones por parte de agentes diferentes, activistas y artistas, que con inmensa imaginación abordan la cuestión de cómo podría ser la vida urbana, expanden la investigación anulando los márgenes entre “lo posible y lo imposible”, respaldados en sus “utopías experimentales” por la importancia que Henri Lefebvre enfatizaba y reservaba a la realización de lo posible luchando por lo que parece imposible, como primer paso para adquirir derechos sobre la ciudad. Desde la jardinería de guerrilla a los gestos dirigidos a subvertir las reglas del espacio público, pasando por los llamamientos comunitarios para reinventar espacios urbanos secundarios, y por las más extravagantes y originales propuestas que transforman las cabinas telefónicas en bibliotecas comunales, todos estos objetivos divergentes demuestran con un énfasis, más o menos viral, la fuerza energizante de las distintas ideas generosas y fantasiosas de quienes se dedican al proyecto urbano, como un proyecto que sigue abierto, aunque como Sorkin destaca ya en 2012, en “nuestro siglo urbano” parece que la posibilidad de tratar este ambiente esté condenada por su expansión exponencial en aceleración. Son muchas las acciones hábilmente subversivas frente al asfalto, a los aparcamientos, cada vez más invasivos, a los edificios vacíos, que permanecen sin inquilinos. Se procura rescatarlos polarizando la atención general con mercadillos, cafés y pequeños parques pop-up, iniciativas dictadas por el deseo de alcanzar resultados ambiciosos mediante la participación colectiva, que sepan condensar auténticos avances en el plano pragmático y en el humano.
 


Es el caso de una vivienda plurifamiliar en ruinas que un parroquiano decidió donar a la comunidad. Había asistido a unas clases en la Academia Católica de la Santísima Trinidad en St. Louis, Missouri sobre los requisitos de una comunidad sana, impartidas por Theaster Gates, artista de gran talento además de fundador y director de Rebuild Foundation, una organización sin ánimo de lucro que pretende divulgar la programación artística gratuita. ‘1415’, el número de la calle correspondiente a la casa, es también el título del proyecto. Gracias a la participación de numerosos voluntarios el edificio se ha restaurado convirtiéndolo en centro artístico, cuyo propósito es dar cabida a las exigencias culturales del barrio, hasta entonces descuidadas. Un espacio teatral, cursos de arte, laboratorios y residencia para artistas constituyen la oferta de la nueva rehabilitación. Esta perspectiva de ayudar a la colectividad mediante el apoyo artístico-cultural, de procurar, empleando las palabras de Gates, ‘crear las condiciones adecuadas para que el arte pueda suceder, junto a otras cosas’, incluso en condiciones aparentemente imposibles, es una forma de infundir esperanza y cultivarla dentro de una comunidad. Un compromiso generoso que puede llegar a ‘invertir las tendencias de la fragmentación social y económica en las ciudades y los barrios ”.
 


Siguiendo con el tema de la acción artística que estimula una implicación participativa, invitando a la comunidad a contribuir activamente a un futuro diferente para su ciudad, entre los numerosos ensayos hay uno que ha generado fuerte adhesión, pese a estar concebido y organizado con reducidos medios y una sencillez elemental. “I wish this was ___”, “Me gustaría que esto fuera ___”, con un espacio final vacío para completarlo. Es la campaña ideada por la artista Candy Chang, una idea que con miles de pegatinas y rotuladores indelebles dejados a disposición gratuitamente, pone en marcha en 2010 una auténtica conversación entre los ciudadanos y la ciudad, dirigiendo a los residentes de Nueva Orleans una invitación a compartir sus aspiraciones y esperanzas sobre los edificios vacíos que se alternan en abundancia en todos los barrios. El estímulo cívico recibió una respuesta generalizada que se revela muy interesada respecto al destino de estos espacios. Cada quien, inesperadamente investido de aparente poder de decisión, lo aprovecha de forma versátil, demostrando una implicación espontánea y sincera sobre el destino de su realidad urbana. Las respuestas sorprenden con expresiones especialmente poéticas que se alternan con otras más esenciales: “me gustaría que esto fuera…” , con pocas palabras logra despertar una inmensa vivacidad y un gran deseo de interacción. Y es una grata sorpresa que el experimento no se limite a su punto de partida en Nueva Orleans, sino que se replique en otras comunidades y ciudades de América. Diseñadora gráfica, artista de guerrilla y urbanista, Chang descubre una correlación entre Internet y los espacios públicos, que ella desearía transformar en un "bien común de la información". Convencida de que un barrio no pueda funcionar si no se conoce a fondo y si no se actualiza y modifica continuamente para responder a las exigencias de todas las individualidades, se esfuerza por buscar la forma de ayudar a expresar esta unanimidad poliédrica, indispensable para lograr una mejor calidad de vida.
 


El deseo de abrir un debate sobre el futuro del vecindado inspira a otros activadores urbanos, entre los que figura la arquitecta Monica Chadha y sus alumnos del Illinois Institute of Technology. Habiendo identificado varias parcelas libres en un cruce de Bronzeville, un barrio de Chicago, floreciente centro de la cultura afroamericana que a principios del 1900 cayó en un triste declive económico para acabar abandono, se esfuerzan por encontrar la forma de provocar una especie de renacimiento. Con la ayuda de residentes y empresarios se ponen a indagar sobre las exigencias de la comunidad y equipan los edificios abandonados con muebles ligeros y portátiles que puedan satisfacer momentos de ocio, desde el juego hasta las actividades más variadas, además de un tablón de anuncios comunitario en el estilo de Candy Chang, que sirva de estímulo provocador para suscitar un necesario intercambio de ideas y sugerencias a propósito de un mañana que no debe dejarse languidecer, sino que hay que animarlo a recuperar vitalidad y oportunidades. ‘Placemaking in Bronzeville’ crea un lugar de encuentro, un centro de interacción que espera inspirar una activación a largo plazo.

Monica Chadha siempre se ha implicado en una arquitectura participativa entendida como medio para promover espacios equitativos y de calidad para todos, y tras años de esfuerzo y compromiso ha logrado crear actualmente ‘Civic Projects’, un estudio de arquitectura con sede en Chicago, una actividad multidisciplinar que, con la intención de reforzar y dar nuevo vigor a barrios y comunidades, trabaja en estrecho contacto con los clientes y las organizaciones locales, preocupándose de expandir el impacto de la construcción más allá del edificio, el espacio o el producto. Fue en India en 1996 donde por primera vez abordó este tipo de actividad con un fuerte interés por los beneficios sociales, cuando, como investigadora asociada en el estudio de Balkrishna Doshi, se dedicó a desarrollar prototipos residenciales para comunidades con rentas bajas. Tras aquella experiencia se sucedieron otras en Studio Gang y Ross Barney Architects donde ejercerá un papel importante en la proyectación de edificios cívicos multipremiados y en el lanzamiento, entre las distintas iniciativas, en 2011 de ‘Impact Detroit’, una red colectiva que reúne competencias, experiencias interdisciplinarias de profesionales, organizaciones locales y partes interesadas de la comunidad con el propósito de colaborar en la realización de proyectos locales.

Todos estos soñadores idealistas, ecologistas, animadores sociales o simplemente voluntarios, que se preocupan por el destino de su localidad, han trazado con pasión y entusiasmo caminos que quizás muchos recorrerán, o tal vez se queden desiertos. Pero incluso si así fuera, ¿por qué no intentarlo? Cualquier acción cuya intención sea implementar un cambio tendrá en cualquier caso alguna repercusión, ya sea a nivel social o medioambiental. Podrían parecer actos carentes de raíces profundas, improvisados y destinados a no madurar, pero también podrían inyectar y restablecer confianza en la importancia del proyecto social. Este es el espíritu que creo que la Bienal reconoció y premió con una mención especial del jurado internacional, que de este proyecto elogió la "celebración del poder de los individuos para cambiar la sociedad”. 

Virginia Cucchi

Credits:

Candy Chang, "I wish this was", Photo Flickr CC/Jason McDermott
Candy Chang, "before i die", Photo Flickr CC/Elvert Barnes
Theaster Gates and Rebuild Foundation, '1415', Photo Rebuild Foundation/ archive FN

×
×

Manténgase en contacto con los protagonistas de la arquitectura, Suscríbase al boletín de Floornature