12-05-2020

VISIONES DE UN FUTURO RESILIENTE

Alessandro Melis,

Entrevista,

El único verdadero realista es el visionario” - Federico Fellini



<strong>VISIONES DE UN FUTURO RESILIENTE</strong>

"Proyectamos edificios respetuosos con el medio ambiente y ciudades inteligentes para satisfacer las necesidades actuales sin comprometer las necesidades de las generaciones futuras”, Alessandro Melis

Alessandro Melis se ocupa, desde hace años, de problemas de gran actualidad, como el de las emergencias globales. Ahora, con su nombramiento como comisario del Pabellón Italia de la 17a Exposición Internacional de Arquitectura de Venecia, ve realizado un antiguo sueño: poder contribuir a un cambio material y cultural en el ámbito de situaciones de gran riesgo medioambiental. Hashim Sarkis, en línea con las temáticas afrontadas en años anteriores, apela a la responsabilidad social del arquitecto, instando a una reflexión sobre la urgencia de una convivencia más cívica y sostenible, en un mundo en continua evolución, hecho de grandes desigualdades y divergencias. A la pregunta "How will we live together?”, (“¿Cómo viviremos juntos?”), Melis responde eligiendo, entre los múltiples significados de la palabra ‘together’,(‘juntos’), el que nos representa teniendo en común “el planeta y decididos a afrontar varias crisis que requieren una acción global a fin de que podamos continuar viviendo.”
; Frente a la necesidad de improrrogables e importantes ‘ajustes’, que no pueden ser aplazados, propone, como solución, la creación de ‘Comunidades Resilientes’, que puedan afrontar la presión medioambiental y social actual. 

Apoyando la idea, extendida entre todos los participantes, que sugiere invitar e involucrar a otros profesionales en el evento de la Bienal, desde artistas hasta constructores, en nombre de una arquitectura que debe convertirse en el “punto de referencia de un vasto compromiso interdisciplinar”, Melis ha decidido que, en su pabellón, la comunicación arquitectónica tendrá influencias, sin barreras, de formas diferentes de representación, con el fin de instaurar un diálogo más eficaz y poderse expresar de modo más coherente con el entorno dinámico contemporáneo, sujeto a un cambio ininterrumpido. Las Artes Industriales y Creativas han sabido, desde siempre, conferir un valor añadido y una mayor resonancia a la arquitectura, aunque no siempre hayan sido adecuadamente valoradas en el panorama cultural italiano. Hoy, la arquitectura requiere un intercambio con otras especialidades del arte que forman parte del mundo de la comunicación de masas, como las fórmulas narrativas de los cómics, el gaming, las prácticas de realidad aumentada, las graphic novels y el estilo cyberpunk, capaces de ofrecer estrategias expresivas de fuerte impacto, adecuadas a los escenarios extremadamente innovadores de ese futuro que nos espera. Este tipo de polifonía será una de las características del Pabellón Italia que nos recordarán que de la interacción de lenguajes artísticos no pertenecientes al mismo sector puede nacer una regeneración de valor muy superior. A semejanza de los polígrafos, que ‘uniendo los puntos ’ de muchas disciplinas nos ofrecen la universalidad de la comprensión, el arquitecto debería orquestar una síntesis que se ofrece como un apoyo crucial a las opciones más factibles y menos arriesgadas. El arquitecto Alessandro Melis ha dedicado entusiasmo y años de estudio a profundizar cómo recomponer las problemáticas de una ciudad sometida al impacto violento de una crisis medioambiental de amplísimas dimensiones. A través de la colaboración con otros campos de especialización, trata, desde siempre, de ayudarnos a entender cómo podríamos contribuir al futuro de nuestra realidad urbana. Estamos llegando a un punto de desequilibrio en el ciclo evolutivo y, en este momento crucial, que oscila entre inmovilidad y necesidad de acción, se debe optar por la decisión que nos sugiere un cambio radical de la estructura urbanística, ayudando a nuestra ciudad a ser más resiliente, capaz de adaptarse continuamente a los cambios climáticos agudos que nos esperan. 



Estas experimentaciones, que han costado duros sacrificios, no siempre han sido llevadas a cabo en Italia, sino en diferentes partes del mundo. Como subraya el mismo Melis con cierto pesar, sus investigaciones han sido impulsadas y apoyadas por ámbitos académicos extranjeros, como la University of Portsmouth, en el Reino Unido. Allí, actualmente, es codirector del Cluster for Sustainable Cities, una organización que busca soluciones innovadoras en el campo de la sostenibilidad a través de una colaboración interdisciplinar que abarca arquitectura, urbanismo, ciencias sociales, TIC (tecnologías de la información y la comunicación) e ingeniería. También allí fundó el Media Hub, un polo nacido con el objetivo de profundizar la aplicación de la tecnología más reciente en el mismo ámbito y que, siguiendo una sugerencia suya, recurre a la integración de Bim, la computación y la fluidodinámica. El centro ofrece un ejemplo de cómo conectar investigación, aprendizaje y enseñanza, utilizando la contribución de docentes e investigadores.

A este compromiso en la investigación aplicada se une el gran virtuosismo que demuestra en el campo gráfico. Como a menudo ha reafirmado un estudio de fama internacional, Coop-Himmel(b)lau, la arquitectura debería ser entendida "”como parte del siglo XXI, como arte que refleja y proporciona una imagen especular de la variedad, vivacidad, tensión y complejidad de nuestras ciudades”. Melis enfatiza el concepto a través de las líneas decisivas e incisivas de sus maravillosas representaciones gráficas. Asistimos a compresiones, dilataciones y fracturas en el intento de llegar a una especie de continuidad. Y este me parece el momento adecuado para abrir un paréntesis para dedicar a estos dibujos, que me parecen verdaderamente espléndidos, una descripción que me gusta mucho, que creo se adapta muy bien a la maestría de su artífice y que era perfecta para Michael Sorkin, arquitecto y virtuoso dibujante, para el cual fue escrita por su amigo y socio de estudio, Mr. Vouk: "sus dibujos conceptuales iniciales eran danzas de su mano, coreografías de su mente, como articulaciones entre la mano y el pensamiento”. Como excelente dibujante que es, Melis nos explica -o quizá sería más correcto decir nos grita- visiones de fundamental radicalidad, que la arquitectura ya no puede permitirse procrastinar, sino que debe tratar de realizar con mucha prisa, coadyuvada por las aportaciones de la ciencia. Es una nueva arquitectura que nace de una simbiosis entre naturaleza y artificio, que, resiliente a los cambios climáticos, se autogenera independientemente de la voluntad humana.

Tratando de afrontar estos temas con un mínimo de competencia, he descubierto un mundo extremadamente fascinante y creo que sería estupendo si muchos otros pudieran compartirlo, adentrándose en pliegues de nuestra realidad cotidiana que nos son totalmente desconocidos. Profundizando en los temas de esta investigación, como el de la autopoiesis, he explorado una teoría muy intrigante que nos describe como seres vivos en continua redefinición y modificación para permitir adaptaciones recíprocas con otros seres vivos con los que entramos en relación. Esas enunciaciones, que parecían tan radicales y utópicas, se me antojaron revolucionarias pero muy pertinentes para un diseño realmente capaz de combatir y atajar las calamidades climáticas y medioambientales a las que estamos sometidos actualmente. Educador, profundamente convencido de la misión que un maestro tiene frente a sus alumnos, la misión de compartir y transmitir un trabajo que no debe detenerse sino evolucionar, en sus conferencias, a menudo, muestra, con evidente orgullo, los viajes al futuro presente a los que nos invitan las propuestas visionarias de sus estudiantes.

Melis fundó, en 1996, con Gian Luigi Melis, Heliopolis 21 Architetti Associati, un estudio de arquitectura y diseño urbano, con oficinas en Pisa y Berlín, dedicado principalmente a los edificios públicos de bajo consumo energético, como universidades, salas de conciertos y gimnasios, y a las construcciones para el sector de la hostelería sostenible. En sus proyectos se desarrolla, naturalmente, el tema de las comunidades resilientes. Encontramos un ejemplo particularmente interesante de ello en la propuesta del Hospital Stella Maris de Pisa, primer y único hospital para neuropatologías de la edad del desarrollo, para el cual el arquitecto ha previsto y ha incorporado una serie de oportunidades, usando sus palabras ‘redundantes’, que podemos leer en clave de resiliencia.




Tengo el placer de plantear algunas preguntas al arquitecto antes del próximo encuentro que tendremos Onstage.
 
1. Le he oído hablar de analogías entre momentos de gran crisis que se repiten durante el ciclo evolutivo humano. Se ha referido a un periodo muy difícil que atravesó Italia en el siglo XIV y ha puesto de relieve varias analogías con la época actual de fuerte crisis medioambiental. Ha sido extremadamente interesante y quisiera que lo compartiera con nuestros lectores.

Imaginemos un mundo en el que la población ha alcanzado la máxima expansión posible respecto a los recursos disponibles. En este contexto, se producen, primero, una crisis climática, que reduce drásticamente la productividad agrícola, golpeando dramáticamente a las capas más vulnerables de esa sociedad y, después, una epidemia que afecta a todos indistintamente. La miniglaciación y la hambruna del siglo XIV, seguidas de la peste de 1348, salvando las distancias, nos recuerdan, de alguna manera, lo que está sucediendo hoy. Este ejemplo es el más obvio, pero no es el único que puede plantearse, sobre todo si consideramos los últimos 200.000 años de historia del Sapiens. Podríamos citar la convivencia con el Neandertal o el caso de la isla de Pascua. Pero, lo que me parece realmente interesante, en el ejemplo del siglo XIV, es lo que sucede después de la crisis. Imaginamos el desmoronamiento de esa sociedad llegada al colapso, pero, en cambio, observamos su reconstrucción radical, en pocos decenios, guiada por la capacidad creativa del hombre. Este tipo de propulsión, que tiende a la creatividad visionaria, se caracteriza, según la paleoantropóloga Heather Pringle, por el uso del pensamiento asociativo, que se manifiesta a través de la transdisciplinariedad y la convergencia entre artes, tecnología y ciencias. Así, no resulta sorprendente que, en primera línea, en el Renacimiento, estuvieran los polígrafos y unas personalidades extremadamente complejas que hoy adscribimos al mundo del arte y la arquitectura.

2. En este momento de dolorosa y gravísima emergencia se pone de manifiesto una cierta tendencia a hablar de una ‘escala urbana’ que sea más a ‘escala humana’ y de una arquitectura que, en las formas, exprese mejor el concepto de ‘comunidad’, con una referencia abierta al Renacimiento y al tipo de relación vigente entonces entre individuo, ciudad y paisaje. ¿Le parece posible conciliar una idea como esta con sus visiones futuras de ciudad radical?

Yo iría más allá de la escala urbana. Me explico: en los próximos años, los arquitectos deberán responder a tres objetivos diferentes. El primero es operativo, relativo a la regeneración del tejido urbano existente en clave de resiliencia. Las construcciones deberán responder a criterios de adaptabilidad funcional y a condiciones cada vez más extremas y en continuo cambio, que raramente podemos prever a priori. Esta actividad tiene como objetivo proteger a las comunidades durante la fase de cambio, con instrumentos que tengamos a nuestra disposición y que podamos controlar a medio plazo.

Un segundo nivel es el de la escala urbana. La paradoja es que los efectos negativos del cambio climático afectarán a los que son menos culpables de sus causas, visto que aproximadamente el 40 % de las emisiones de CO2 dependen del determinismo del diseño de la ciudad. Sorprendentemente, estamos convencidos de que el problema son las partes informales de la ciudad. En cambio, es lícito preguntarse qué podemos aprender de estas condiciones en términos de diversidad y de cohesión social con bajo impacto medioambiental. En este segundo caso, el objetivo es minimizar los efectos de un modelo de sociedad inercial, poco propensa al cambio radical. Aquí, podemos hablar de arquitectura climática, de dispositivos pasivos y activos aplicados a la escala urbana, de transporte alternativo y de estudios de fluidodinámica y urban farming, por citar algunas tendencias muy actuales.

El tercer nivel, el más importante, que obliga a una reflexión sobre el rol estratégico del arquitecto, se refiere a la necesidad de proyectar una nueva forma de alianza entre humanidad y naturaleza en clave ecológica. Este último esfuerzo implica un cuestionamiento, también filosófico, de los conceptos de ciudad y de arquitectura tal como los conocemos hoy. Así, el cambio no puede prescindir de una reinterpretación de la sociedad. Aquí, lamentablemente, los arquitectos se inhiben y prefieren ceder el paso a otros. Entre las figuras mesiánicas en relación con el estudio de la ciudad, podríamos citar a Louis Mumford y Jane Jacobs. Hoy, Deleuze, Lacan y Zizek son muy citados por los arquitectos que están al día. Serge Latouche y Tim Morton tienen mucha influencia en la arquitectura de la sostenibilidad. El primero de ellos, con el concepto de decrecimiento, cuestiona el privilegio de ciertas comunidades respecto a otras en el uso de los recursos del planeta. Según Morton, con la Dark Ecology, el problema es justamente el antropocentrismo de las comunidades, que debe reinterpretarse en una visión ontológica orientada al objeto, inspirada por Heidegger. Volviendo a la actualidad, aunque no haya una correlación específica entre las condiciones medioambientales y la difusión de la peste, hasta hace pocos meses yo utilizaba la analogía con la crisis del siglo XIV tanto para explicar el frágil equilibrio ecosistémico que vincula la producción de alimentos y nuestra sociedad, que tiene en las ciudades su más potente representación, como para subrayar el crecimiento de las emergencias sanitarias en los próximos decenios, debido a la crisis climática.

Según Ilaria Capua, también la pandemia de la COVID-19 confirma la relación crítica entre asentamientos humanos y problemas medioambientales. Otros van incluso más allá, con la alusión a una relación más inmediata entre cambio climático y pandemia. El hecho es que las causas medioambientales de la difusión de virus y enfermedades son conocidas desde hace tiempo. La tropicalización del clima puede favorecer la transmisión del dengue, por ejemplo, mientras que la reducción de las precipitaciones en Norteamérica está considerada un riesgo para el nacimiento de brotes de virus de los que proliferan en los climas áridos, como el del Nilo occidental. La difusión de virus a causa de la presión urbana frente a los animales reservorio será, sin embargo, solo uno de los impactos negativos en la salud de la crisis medioambiental en nuestra sociedad.

La Organización Mundial de la Salud afirma que el impacto de los cambios climáticos en la calidad del aire, en el agua potable y en el aprovisionamiento alimentario causará, entre 2030 y 2050, aproximadamente 250.000 muertes adicionales al año, por una combinación de malnutrición, malaria, diarrea y efectos del calor. Los costes directos por los daños en la salud se estiman entre 2.000 y 4.000 millones de dólares al año hasta 2030. Ello tendrá efectos importantes en los asentamientos informales ya que las áreas con infraestructuras sanitarias deficientes -sobre todo en los países en vías de desarrollo- serán las menos capaces de hacerles frente sin asistencia, de prepararse y de responder. Hoy, sabemos que estas condiciones son un terreno fértil perfecto para el ébola en las barriadas de chabolas de Kenema y Freetown, en Sierra Leona. En el sur global, los índices de urbanización son elevadísimos. Sierra Leona se está urbanizando a una tasa del 3 % por año y, en 2005, más del 97 % de su población urbana vivía en barriadas de chabolas. Recordemos que esto no afecta únicamente a África. En los Estados Unidos, el impacto de la COVID-19 ha sido muy fuerte para los sintecho y las minorías étnicas. 


 



3. Ha dedicado gran parte de sus estudios a la Ciudad Ideal de Leonardo y actualmente está trabajando en sus dibujos anatómicos, paralelamente al tema de la biología evolucionista, como es descrita por el paleoantropólogo Stephen J.Gould. ¿Cómo explica este interés suyo por disciplinas que parecen no ser particularmente pertinentes al mundo de la arquitectura?

Como decía Hans Hollein, 'todo es arquitectura', entendiendo la arquitectura como síntesis y encuentro entre disciplinas: a través de la tecnología y el arte, debe combinar ecológicamente un hecho fisiológico, el confort físico, y las instancias más complejas de la psique con las nociones de climatología y de física indispensables para comprender las interacciones fluidodinámicas entre la materia artificial y la troposfera. A veces, encuentro arrogante nuestra pretensión de nutrirnos de arquitectura entendida solo como producto final de este proceso combinatorio. Así, creo que Leonardo, como todos los polígrafos del Renacimiento, ciertamente perteneció a la categoría de los más interesados en el genotipo de la arquitectura, más que en su fenotipo. Muchos colegas que, en los últimos años, no encuentran, en los libros de arquitectura, respuestas a preguntas que surgen de la misma arquitectura, han dirigido su atención hacia los teóricos de la economía y de la filosofía. Yo, en cambio, pienso que he encontrado respuestas, incluso prácticas, no tanto en la sofisticación de las ideas, sino en el cambio de perspectiva del punto de vista respecto a la observación del entorno y de la naturaleza. Por ello, me interesan las disciplinas como la biología, la botánica y la paleoantropología, en que, desde hace mucho tiempo, se estudian las condiciones de crisis entre hombre y naturaleza, desde una perspectiva que va mucho más allá de los 10.000 años de existencia de la arquitectura convencional (como de la filosofía y de la economía). Según Gould, la perspectiva de la biología de la evolución minimiza los riesgos de confundir una expansión de un dato procedente de la evolución con una tendencia de progreso. Pero, en la planificación, este error se ha producido centenares de veces. La fase heroica de las ciudades modernas y la epopeya de la máquina son un ejemplo de ello. También la arquitectura actual parece incapaz de captar la posición real que ocupa el hombre en el ecosistema y, consiguientemente, de darse cuenta de las crisis epocales.

Por ejemplo, en cuanto a la pandemia, abundan los debates sobre la necesidad de una ciudad futura en la que el distanciamiento sea posible, sin ir en contra de la compactibilidad de la misma, que, en la literatura, favorece la mitigación del cambio climático. Aquí, una vez más, se confunde una información marginal con una tendencia y se pasa por alto el hecho de que es más importante, estratégicamente, pensar en una nueva alianza, en clave ecológica, entre hombre y naturaleza. Y ello porque, como decía Freud, cada revolución de la sociedad viene acompañada por un descenso de un peldaño de la humanidad del Olimpo al que su narcicismo le había llevado a colocarse. Como sucedió durante las revoluciones del heliocentrismo, del evolucionismo darwiniano y del descubrimiento del inconsciente en oposición al racionalismo, hoy es la crisis medioambiental lo que destrona a la humanidad y la lleva a los márgenes de la naturaleza y, se espera, al interior del ecosistema. Esto implica una nueva forma de simbiosis entre medio ambiente y hombre que quizá ni siquiera se llama ciudad.

 


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