02-03-2021

UN PUENTE AL FUTURO

Robert Presutti,

Arquitectura y Cultura,

Future, crafts, technology,

“Tenemos que proyectar edificios que respeten el medioambiente y ciudades inteligentes para satisfacer las exigencias de hoy en día sin comprometer las de las generaciones futuras”— Alessandro Melis, Heliopolis 21



<strong>UN PUENTE AL FUTURO</strong><br />

Estamos viviendo un periodo en el que, nunca como ahora, ante la impotencia de reducir y detener a nivel mundial fenómenos que se han revelado catastróficos, resulta evidente esa actitud nuestra presuntuosa de omnipotencia que nos caracteriza, convenciéndonos de que representamos una superioridad indiscutible en el universo. El filósofo australiano Toby Ord afirma que la humanidad actualmente se encuentra en su fase adolescente, “un periodo peligroso ya que la fuerza y el deseo superan la sabiduría y el autocontrol, y la propia vida futura parece remota e irreal”. Si a juzgar por los hallazgos fósiles la supervivencia típica de una especie de mamíferos es de un millón de años, echando cálculos es como si la humanidad hoy tuviera 16 años, pero lamentablemente sin poder disponer como normalmente sucede, de padres o hermanos mayores que puedan aconsejarla. Si consiguiéramos evitar ser tan “miopes destructores o narcisistas grotescos”, precisamente como nuestros ‘adultos - jóvenesrsquo; suelen pecar de ser, no nos arriesgaríamos a perder prematuramente un potencial digno de preservarse. Y sigue escribiendo: “exactamente igual que nuestros primeros antepasados, agachados alrededor de un fuego paleolítico, no habrían podido imaginar las experiencias creativas y sensoriales que hoy tenemos a disposición, tampoco ahora estamos equipados para concebir lo que podrán hacer los que vengan después de nosotros”. Convencido de que acabamos de empezar la ascensión, expresa con viva preocupación la desilusión que sería si “esta especie de primate, dotada por la evolución de este conjunto limitado de capacidades sensoriales y cognitivas, se extinguiera tras solo pocos miles de años de civilización, cuando se encuentra casi en la máxima calidad de vida posible. Sería un epílogo de lo más amargo, no porque seamos actualmente grandes como nos creemos, sino porque perderíamos la posibilidad de construir un puente hacia algo mucho más grande.

Se han cometido errores y parece que en parte se han entendido, así que si evitamos ser reincidentes tendremos la posibilidad de remediar e incluso de eludir los pronósticos que presagian el final de nuestra especie. Es nuestra responsabilidad y obligación asegurar una realidad diferente y tal vez mejor para las generaciones futuras. Y para ello no tenemos que romper con el reino artificial sino, valiéndonos de la tecnología, crear nuevas versiones y actuar de forma consciente y éticamente correcta respecto a la emergencia medioambiental, procurando favorecer el sector económico y el socio-cultural, aceptando las consecuencias a largo plazo que obviamente se deben tener en cuenta. 

La automatización existe desde hace muchísimos años y en muchos casos ha contribuido a aliviar las tareas más arduas y repetitivas, como la reorganización de depósitos de documentos y archivos, o realizando funciones de riesgo, como el desplazamiento y la elevación de cargas pesadas y voluminosas, dejándole al hombre más tiempo para dedicarse a actividades más interesantes. Pero hay que reconocer que la robótica cada vez se entromete más en nuestras vidas y este fenómeno está provocando mucho alarmismo en ámbito laboral por parte de quien teme que pronto seremos sustituidos. La progresiva evolución e incidencia de este aspecto nos invita a reconsiderar la relación con la máquina desde un enfoque no de antagonismo sino de colaboración. Existe una larga diatriba, alimentada por la contraposición de estos dos mundos, que en vez de tener en cuenta la necesidad de potenciar los conocimientos de quienes deben cooperar con las máquinas, rechaza en general cualquier posibilidad de mediación. 
Sin duda hay que asumir un cambio de actitud: re-especializarse y actualizar competencias que en poquísimo tiempo se quedan obsoletas es un requisito fundamental para no ser excluidos, sino capaces de dominar situaciones más complejas, pudiendo ofrecer la especialización técnica que se les exige a las nuevas figuras profesionales. La formación constante sustituirá a la formación tradicional para poder estar siempre actualizados, con el dinamismo irreversible del proceso innovativo tecnológico.

Fundamentalmente son dos las tendencias que se perfilan y en Italia las reacciones provocadas por los que sienten cierta tecnofobia pueden compararse con las de quienes toman partido por esta importante metamorfosis digital. Contra la previsión de llegar en un próximo futuro a una Ciudad de la Singularidad, dominada por la IA, en la que se unificaría lo virtual y lo real en un ambiente sin alma donde las máquinas dispondrían de soberanía total y desenfrenada para dictar los comportamientos humanos, los ingenieros y científicos se esfuerzan por mantener el escenario de un mañana en el que prevalezca un mayor control del hombre. Procurando evitar las dramáticas consecuencias que ciertos visionarios imaginan, al más puro estilo ciencia ficción, dedican todos sus esfuerzos a lograr realizar una auténtica era de la multiplicidad, que pueda asegurar un sistema de colaboración entre la robótica y su creador.

La sostenibilidad es uno de los mayores objetivos comunes, puede que el más ambicioso, que proyectamos alcanzar en esta marcha atrás, con la intención de borrar y arreglar las graves faltas, las profundas cicatrices que hemos causado a la naturaleza y las enormes discrepancias que hemos permitido que se abrieran en la sociedad. Considerándola desde el punto de vista productivo sabemos que significa eficiencia, optimización de los tiempos de realización, del uso de los recursos, de la durabilidad y el reciclado de materiales que sean eco-compatibles: fines que se pueden conseguir mejor gracias al uso integrativo de un software, un instrumento con el que diseñador y arquitecto solían colaborar mucho menos. En la fase en la que los cambios no representan un coste el arquitecto debe evaluar las correctas alternativas, la eficacia de determinadas elecciones de proyecto preliminares que permitan una implementación más rápida y menos costosa, más pulcra y funcional. En resumidas cuentas, debe hallar el mejor compromiso entre parámetros ambientales y técnico-económicos, que no excluya consideraciones de conjunto y futuribles. Algunos de estos instrumentos de proyectación permiten una sinergia con interfaces y especializaciones multisectoriales, que es precisamente como trabaja a diario el diseñador industrial, para obtener resultados verdaderamente innovadores y sostenibles y un diseño que cumpla todos los requisitos que pueden hacer que sea, por así decirlo, prácticamente perfecto.

Quien proyecta para un futuro, sometiéndose a los nuevos preceptos que buscan una mayor salubridad, deberá recorrer nuevos caminos basados en una preparación más específica y más adecuada, que no excluya el algoritmo. Tendrá que pensar que su competencia será parte integrante en un proceso multidisciplinario dinámico, un conjunto de diferentes ámbitos sectoriales que logren una proyectación ética y técnicamente adecuada. Cuando el ordenador consigue encauzar las aportaciones de una red de intercambio formada por varios especialistas, arquitecto, ingeniero, constructor (la serie puede ser muy amplia), se concreta un diálogo en el que datos diferentes interactúan para llegar al conseguimiento de un objetivo y de la mejor solución. Fragmentos de información complementarios que pueden crear un recurso de lo más satisfactorio con un impacto limitado. 

Este tipo de enfoque, que ya es obligatorio, un auténtico imperativo, no representa la renuncia a una expresión personal, exige solamente que se realice siguiendo los cánones dictados por la rentabilidad y respeto medioambiental que los conocimientos científicos y tecnológicos consienten optimizar. A pesar de los largos debates sobre el final del lenguaje creativo, no se perderá nunca el papel primario de aquellos que pueden aportar ideas a elaborar. Por eso conviene que los autores, ya sea de una torre o de una butaca, abandonando actitudes de temor y desconfianza, procuren adquirir los medios que les permitan comunicar y dialogar con el ordenador, trabajando en una perspectiva finalizada a salvar un planeta. A esto hacía alusión una exposición que se mostró recientemente en la XXII Trienal de Milán, y que eligía un título marcadamente alarmante, ‘Broken Nature’. Solo mediante el ecodiseño, alejado de las formas destructivas y contaminantes que nos están llevando a la ruina, como sugiere ‘Design Takes on Human Survival’, la parte final del título, se puede esperar recuperar una relación profundamente comprometida entre la esfera medioambiental y la esfera antrópica.    

El diseñador Enzo Mari, que rechaza la homologación que genera el mercado industrial, cree que la auténtica redención de la libertad individual consiste en saber hacer. Sin duda tiene razón en lo referente a la acción liberatoria de un poder operativo que exalte la creatividad innata en cada uno de nosotros, pero esa hostilidad hacia la máquina entendida como sumisión y limitación de la libertad proyectual deberá encontrar un compromiso que permita vivir la situación con una actitud más optimista y confiada en las insustituibles capacidades humanas. Se deberá tener presente un concepto que Umberto Eco afirma en términos sencillos pero eficaces: “El ordenador no es una máquina inteligente que ayuda a las personas estúpidas, al contrario, es una máquina estúpida que funciona solo en manos de personas inteligentes.”. Las empresas de alta tecnología mandan una señal tranquilizadora, demostrando claramente que no se puede llegar a esos resultados que ambicionan sin la ayuda de quienes alimentan la parte inductiva de su producción mayormente serial.

Existe por así decirlo un recíproco intercambio nutricional entre la tecnología y el diseño en el que este último juega un papel muy relevante. Si esta especie de interacción se mantiene, se puede evitar la sensación de alienación. “Sabes, las fibras y los materiales compuestos más avanzados se han preparado todos a mano, ¿verdad? Cuanto más avanzada es la tecnología” , dice Paola Antonelli, “más necesidad hay de artesanía porque no hay aún máquinas para trabajar los nuevos materiales ... así que se debe saber cómo trabajarlos a mano”. El diseño regenerativo, como se ha definido, vive este momento de crisis como un camino de reflexión inevitable y no siempre propone alternativas concretas, sino que procura plantear preguntas, suscitar reflexiones y modificar comportamientos. Hay muchos diseñadores jóvenes que se están comprometiendo, procurando mediante sus experiencias personales y formas de colaboración interdisciplinaria restablecer nuevos equilibrios y sanear un tejido natural y social gravemente deteriorado. La mayoría de sus proyectos nos hablan de búsqueda de una nueva conciencia productiva, de la concienciación de numerosas especies interconectadas que constituyen el sistema en el que vivimos, del deseo de ampliar los confines disciplinarios ocupándose de sectores que a menudo están inexplorados, con la ambición de llegar a un ciclo de reutilización comparable a lo que suceden en la naturaleza misma, un biodiseño, en las formas más dispares. Hay quienes, eligiendo las direcciones más insospechadas, colabora con cierto tipo de producción digital y hay quienes, apartándose de los procedimientos industriales, se dedica a una creatividad muy similar a la del arte. 

Como se ha subrayado varias veces, los problemas circunstanciales exigen remedios con cierta urgencia, pero el verdadero problema, en el que se deben concentrar las energías y las competencias, sigue siendo el de encontrar respuestas adecuadas que puedan tener impacto a largo plazo. Llegar a la mejor solución no es la finalidad que nos debemos plantear porque el mundo está hecho de infinitas implicaciones y consecuencias y lo que es mejor para algunos podría ser lo peor para otros. Lo mejor siempre está subordinado a determinado contexto y determinadas personas. Como afirma Alexandra Daisy Ginsberg, “diseñar la complejidad significa entender que no existe un solo 'futuro mejor’ sino una negociación entre varias tensiones”.


Virginia Cucchi


A special thank you to Robert Presutti, a great photographer and friend: https://www.robertpresutti.com

Cover: Detail, Studio Project, Courtesy of © Robert Presutti : https://www.robertpresutti.com/galleries/new-project 
1 Photo: Unsplash, Sabine van Straaten
2 Photo: Studio Project, Courtesy of © Robert Presutti : https://www.robertpresutti.com/galleries/new-project 
3 Photo: Public Domain, Flickr, Tempi Moderni, (1936)
4 Photo: Unsplash, Mathew Schwartz

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