21-07-2022

Hospitales, diseño y luz: ¿cuestión práctica o de empatía?

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A lo largo de los últimos 150 años en medicina se ha pasado de aplicar sangrías a hacer resonancias magnéticas. Y de la misma forma ha evolucionado el diseño de los hospitales, desde la teoría de la luz de Florence Nightingale al funcionalismo de la primera posguerra, hoy en día queda clara la importancia de dar la prioridad al paciente.



Hospitales, diseño y luz: ¿cuestión práctica o de empatía?

Proyectar un espacio estéril y funcional que además resulte acogedor no es tarea fácil. Lo ilustra Annmarie Adams de la McGill University, estudiosa de historia especializada en arquitectura hospitalaria: “Mantener a las personas serenas, darles espacio para que puedan estar solas, son elementos que pueden contribuir a hacer que la asistencia sea mejor – cosas que pueden parecer frívolas pero que son realmente importantes”.
La evolución de la medicina moderna a lo largo de los últimos dos siglos ha coincidido con la evolución y el diseño de los espacios dedicados al cuidado y a la hospitalización. Para comprender la dinámica de la evolución arquitectónica y del interiorismo es fundamental tener en cuenta el contexto histórico y cultural del momento. En este sentido, la luz es la muestra definitiva de una sensibilidad hacia los pacientes, convirtiéndose en esta digresión histórica en punto de partida y de llegada.

En el siglo XIX Florence Nightingale, considerada la fundadora de la enfermería moderna gracias a la aplicación de la estadística a la hospitalización, logró que se difundieran los espacios amplios en los hospitales, pabellones con largas filas de camas, mucha luz natural y buena ventilación, con la convicción de que los ambientes húmedos eran insalubres. Con el paso del tiempo este modelo se abandonó, en parte por las largas distancias que tenían que recorrer las enfermeras, por la dificultad para mantener calientes estos espacios y por la falta de intimidad para los pacientes. El foco de atención se trasladó de la necesidad de luz a los espacios estériles.

Desde el principio del siglo XX se aplicó a los hospitales una estructura distinta. Por ejemplo, las habitaciones de hospitalización se dispusieron en círculo alrededor de la sala de enfermeras, haciendo más fácil la logística y la climatización. Otra característica, a partir de los años 30 del siglo XX, se refería a las comidas y los espacios, usados más como “instrumento de persuasión que como instrumento curativo” para generar confianza en la institución hospitalaria mediante la imagen, sigue contando Annmarie Adams. De acuerdo con las ideas de la época los pacientes tenían que estar convencidos de que “cuando estaban gravemente enfermos estaban mejor en el hospital que en casa”.

El desarrollo cada vez más rápido de las tecnologías médicas aportó una evolución más, transformando los hospitales de los años 50 del s. XX en lugares diametralmente opuestos a los que Nightingale había concebido 100 años atrás: nada de ventanas ni luz natural, disposición escueta, con mucho espacio para los equipamientos y prácticamente ninguna deferencia por las necesidades psicológicas del paciente. Únicamente a finales de los años 80 se empezó a volver a situar al paciente al centro en el diseño de hospitales. Un estudio de 1984 publicado en la revista Science revelaba que el contacto con el aire libre y la naturaleza reduce de forma drástica los tiempos de hospitalización. La investigación en este ámbito se fue expandiendo hasta llegar por ejemplo a un estudio científico de 2019 que demostraba que los niveles de cortisol, la hormona del stress, se reducen en los pacientes hospitalizados en un 20% si pasan aunque solo sea 20 minutos al aire libre.

Hoy en día por tanto los hospitales están pensados prestando la mayor atención a la persona-paciente, con atrios centrales amplios y luminosos. Un ejemplo es el Nova Hospital proyectado por los finlandeses JKMM. Obviamente no pueden faltar la vegetación y los materiales naturales, como en el caso de Maggie's Leeds diseñado por Heatherwick o del hospital de Santa Fe de El Equipo Mazzanti. También se tiene en cuenta la cantidad de luz y los espacios individuales, como en el Wind Chimney Care House, creado por Nakamura & NAP.

El motivo, ilustra Annmarie Adams, reside en el ambiente familiar de la obra de arquitectura, que hace que sea menos imponente: “El hospital ha asumido un aspecto que recuerda al de un centro comercial o un spa, tanto que da la sensación de estar allí para ir de compras y no para curarse de un tumor”. Además Annmarie Adams subraya que la cuestión no consiste solo en proporcionar espacios verdes, luminosos y abundantes, ya que cada uno responde a un determinado espacio de forma subjetiva. Un gran atrio, revela un estudio de 2010 llevado a cabo en el Hospital for Sick Kids de Toronto, puede resultar agradable para un paciente y desagradable para otro. Eso es debido, por ejemplo, a que también expone a la vista a hospitalizados que pueden tener patologías graves.
En definitiva, concluye Annmarie Adams, la mejor solución integra en la fase de proyecto un diseño centrado en el paciente, en las necesidades de luz y espacio de la persona y la multiculturalidad de los usuarios, contemplando siempre una amplia variedad de espacios y de puntos de vista.

Cib

Projects by:
https://www.heatherwick.com
https://www.elequipomazzanti.com
https://www.nakam.info
https://jkmm.fi

Pictures credits:
(02, 05, 08) Heatherwick – Courtesy of the architect
(06, 07, 09, 10) El Equipo Mazzanti – Alejandro Arango
(01, 12) Nakamura and NAP – Koji Fujii
(03, 04, 11) JKMM – Tuomas Uuusheimo & Hannu Rytky


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