09-05-2022

Daisugi: una técnica milenaria para optimizar la producción de madera

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¿Es posible obtener madera sin talar árboles? Si nos fijamos en la desaparición de las selvas ecuatoriales la respuesta parece que sea no. Y en cambio, sí, se puede: basta no matar al árbol y darle la posibilidad de seguir creciendo. Esta es brevemente la técnica antigua del Daisugi, literalmente "mesa de cedro", ideada en Japón en la zona de Kioto ya en el siglo XIV.



Daisugi: una técnica milenaria para optimizar la producción de madera

Japón hace gala de una cultura especial, que encanta de mil formas a quien entra en contacto con ella. Más allá del sushi, el sake, las artes marciales, el cosplay, las casas de papel y el arte de realizar composiciones floreales, solo por citar algunos de sus componentes, también existe el Daisugi. Se trata de una técnica de silvicultura que permite salvaguardar los bosques, evitando la tala de árboles para optimizar su crecimiento y productividad.

Los primeros testimonios sobre la técnica japonesa del Daisugi se remontan al siglo XIV en la ciudad de Kitayama, a 20km a noroeste de Kioto. Toda la zona es montañosa y se caracteriza por laderas muy pronunciadas e inhóspitas, sobre las que era dificilísimo plantar y cultivar árboles, por lo que no disponían fácilmente de madera para construir casas y otras cosas. Y fue precisamente esta penuria de materia prima lo que impulsó a las poblaciones locales a buscar una solución, que se inspiró en el método de poda de los bonsáis. La técnica Daisugi en efecto permite incrementar notablemente en la misma superficie cultivada la calidad y resistencia de la madera que se produce, así como acelerar el ciclo vegetativo y aumentar la cantidad de madera extraída.

Un Daisugi es un bosque entero que crece sobre un único árbol. En cada árbol se pueden producir entre doce y cien vástagos, que se recogen aproximadamente cada 20 años (un periodo muy breve respecto a otras técnicas de silvicultura), logrando una madera de altísima calidad que demuestra una flexibilidad mayor al 140% respecto a la tala tradicional, doble densidad y además garantiza una forma del tronco perfectamente recta y sin nudos. Uno se pregunta por qué esta técnica no se haya adoptado en otros lugares. El motivo plausible para que no se haya difundido la técnica Daisugi podría depender del tipo de árbol utilizado. El nombre Daisugi traducido literalmente significa mesa de cedro y la técnica se puede aplicar solo y exclusivamente a esta conífera japonesa, conocida también como cedro de Kitayama o criptomeria. Una variedad que no se adapta bien a ambientes naturales que no sean el suyo autóctono. Además el cedro de Kitayama es un árbol único que tiene una especial malformación que hace que sea estéril, por lo que cada nuevo árbol nace por estaquillado. La leyenda cuenta que el primer cedro que manifestó esta mutación siga vivo después de siglos en Kitayama, con el nombre de Shirosugi.

El Daisugi surgió en el siglo XIV pero ya desde mediados del XVI experimentó un fuerte declive debido a la disminución en la demanda de material de construcción. Sin embargo por su forma peculiar, que resulta fascinante a la vista, el daisugi continuó existiendo en los jardines ornamentales. También en los bosques en los alrededores de Kioto se pueden encontrar daisugi que tienen varios siglos aunque estén abandonados. De hecho hay que saber que un daisugi produce madera durante unos 200-300 años antes de perder su productividad. Una nota para terminar: algunos llegan a alcanzar hasta los 15 metros de diámetro en la base.

En un mundo en el que prevalece la deforestación, la productividad y la eficiencia de bajo coste, en el que se están perdiendo las tradiciones antiguas y los oficios manuales y artesanales, sería interesante volver a estudiar esta antigua técnica japonesa, ya que podría aportar nuevas ideas para proteger las áreas forestales, un bien tan inestimable.

Cib

Photo: Bernard Gagnon, Indiana Jo, yoshimi.w800, Roberto Reitenbach, Nick Iorfino.


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