16-06-2022

Antonio Marras: “Transformo los desechos en materia poética”

Antonella Galli, Design, Antonio Marras,

Una instalación articulada, onírica y surrealista se ha apropiado de los espacios milaneses de NonostanteMarras, showroom y galería del creativo de la moda fascinado por materiales y objetos reutilizados: ‘Generation, Re-Generation, Post-Generation’ – este es el título – con él pretende ilustrar la práctica de la re-generación, a partir de la cerámica.



Antonio Marras: “Transformo los desechos en materia poética”

Antonio Marras se define un animista, un buscador de cosas, un reanimador de desechos. Un trapero, es más, un poeta-trapero. ‘Además hago mis trapos’, añade, como si quisiera justificar por la actividad que le ha dado fama. Me acompaña en la visita de los espacios de su taller milanés, ilustrando en detalle las instalaciones equipadas para la semana del diseño. Marras toma tiempo explicando los materiales, los objetos; no habla de significados, no asocia ideas o conceptos a sus obras. Simplemente describe el proceso, cuenta de dónde proceden los materiales. Las instalaciones son una presencia escénica, teatral: encantan con su fuerza evocadora, por los ecos de memorias e historias de que están impregnadas. Son arte en estado puro, que vive sin palabras. Las constantes son dos: la primera, la recuperación de objetos cotidianos, o mejor dicho, de parte de ellos – cajones, libros, marcos, sillas, baldosas y restos de cerámica, cabeceros de mesitas, espejos, maletas, marcos desgastados, lienzos pintados, páginas manchadas de viejos libros, balones de fútbol usados, y la segunda, la paleta de colores: marfil, negro, marrón, burdeos en el tono rico y denso que es su tonalidad identificativa.

Con las composiciones de los varios objetos de desecho encontrados nacen las obras: hay una torre de maletas titulada ‘Scale sconvolte’ (escaleras trastocadas), con un acordeón en la base y la maqueta de un navío en lo alto; está ‘Teresa, Jana portiera” (Teresa, Jana portera), un antiguo telar descompuesto encontrado en un pueblecito de Cerdeña, dentro al que Marras ha colgado cinco balones de fútbol revestidos de tela (juguetes de sus hijos cuando eran pequeños); está ‘Malelingue’ (malas lenguas), una especie de tótem compuesto por viejos libros apilados, por cuyas páginas asoman lenguas de papel y tela, con un botiquín blanco de primeros auxilios encima. También hay cuadros dados la vuelta del revés que en su parte posterior acogen composiciones de viejas páginas de la Gazzetta Ufficiale (boletín oficial), y una pequeña pierna o un bracito de cartón piedra, quizás de putti o angelitos, recuperados de un artesano de Lecce que iba a tirarlos. Presencias inquietantes, que evocan los ex voto.

También hay una secuencia de cerámicas: jarrones, cestos, piñas, y baldosas. La cerámica es la materia que Marras prefiere: “Me permite plasmar con las manos. El tacto es un sentido fundamental; tocar es una necesidad física, una urgencia. Recuerdo que de niño mi madre se desesperaba porque yo tocaba todo y a veces rompía algo. La cerámica para mí es como una hoja en blanco. Me pongo junto al alfarero y juntos elaboramos los jarrones.” En el esmalte blanco de los jarrones Marras incide lìneas, sacando a la luz la capa negra que hay debajo. Así se delinean rostros, manos, figuras. Las manos están siempre presentes: “Tengo una auténtica obsesión por las manos, están en los dibujos, se repiten también en la cerámica.” Toda una fila de cerámicas está colgada en la pared, con el relativo brazo unido por un hilo, como las muñecas de papel de los juegos de antaño.
Y mientras el estilista-artista cuenta, sus manos en continuo movimiento acompañan los tonos, parecen modelar sus palabras: “La cerámica para mí se convierte en un momento de no-pensamiento: cuando la trabajo, todo lo que me agobia a diario se anula”, añade. En un rincón se elevan los tótems majestuosos realizados para el Museo della Ceramica de Mondovì, compuestos por jarrones superpuestos y en lo alto, figuras de gallos deformados. “Tomo estas formas de animales entre las manos cuando la terracota aún está blanda”, afirma Marras, “y los trabajo, reinventándolos según plásticas fantasiosas.”

El personaje en el que Marras ha identificado su trayectoria se llama Cerchino (busconcito), el contrario de Pollicino (pulgarcito): mientras este último siembra migas y piedrecitas, Cerchino (alias del artista) recoge de todo para dar una segunda posibilidad de vida a los objetos. “Cerchino adoraba las piezas de cobre, de hierro oxidado, de metal”, recita el relato incluido en la instalación, “enloquecía por la cerámica, la terracota y la porcelana. Le gustaban hojas usadas, viejas, sucias y manchadas, libros, páginas escritas o dibujadas, y cuadros de pintores desconocidos en los que intervenir, entrometerse, añadir y modificar, haciendo algo distinto de su misión primitiva. Cerchino odiaba el despilfarro, la indiferencia, la exageración”. Mientras contemplo la torre circular compuesta por viejos cajones en el centro del showroom, rodeada de trajes, percibo con claridad el pensamiento de Marras: el valor está dentro de todas las cosas; y nosotros debemos encontrarlo, recuperarlo y restablecerlo.

Antonella Galli

Captions and credits
All images are courtesy of Antonio Marras

01 Portrait of the Artist

02 and 14 Antonio Marras, Malelingue [Evil Tongues]

03-13 Generation Re-Generation Post-Generation, installation by Antonio Marras for FuoriSalone 2022 in the NonostanteMarras space at Via Cola di Rienzo 8, Milan.

15 Antonio Marras, Portrait of Cerchino


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