06-10-2022

Annalisa Dominoni: por qué es útil (incluso para nosotros los terrícolas) planificar la vida en el espacio

Design, Annalisa Dominoni, Antonella Galli,

¿Por qué invertimos en investigación y recursos en el diseño de la vida fuera de la Tierra, cuando aún no tenemos respuestas a los grandes problemas de nuestro planeta? Se lo hemos preguntado a Annalisa Dominoni quien, junto con Benedetto Quaquaro, está involucrada en el space design desde hace al menos dos décadas. Nos ha explicado que esta disciplina nos afecta a cada uno de nosotros. Y muy de cerca.



Annalisa Dominoni: por qué es útil (incluso para nosotros los terrícolas) planificar la vida en el espacio

Más de una vez en este período se me ha ocurrido pensar en el espacio y en una posible vida fuera de la Tierra. Las condiciones críticas de los recursos, el conflicto incesante, el hacinamiento, el riesgo atómico, la pandemia: ¿cómo no buscar una vía de escape? Después de todo, esto es lo que el hombre ha estado haciendo desde que habita el mundo. Hoy la vía de escape sólo puede ser el espacio. Varios organismos internacionales ya están trabajando en ello: hay una economía espacial, una línea de investigación pujante y un experimento internacional en curso, la Estación Espacial Internacional. El mío no es, por tanto, un pensamiento peregrino: la vida en el espacio es una posibilidad cada vez más concreta. Las repercusiones de estas investigaciones en nuestra vida cotidiana son efectivas. “Cada día nos rodeamos de algún producto que deriva de la investigación espacial o que han utilizado los astronautas. Y no siempre somos conscientes o nos damos cuenta de ello”, explica la doctora Annalisa Dominoni, arquitecta, diseñadora y profesora de la Escuela de Diseño del Politécnico de Milán, una de las principales expertas en arquitectura y diseño para el espacio y para entornos extremos. Junto a Benedetto Quaquaro fundó el estudio (a+b), en Milán, con el que realiza proyectos de investigación para las principales agencias e industrias espaciales internacionales.

En 2017, Dominoni y Quaquaro crearon el primer y único curso de arquitectura y diseño espacial del mundo, titulado Space4InspirAction, que dirigen en la Escuela del Politécnico de Milán dentro del máster internacional de Integrated Product Design y que cuenta con el apoyo de la Agencia Espacial Europea (ESA). Con sus alumnos, Dominoni y Quaquaro han desarrollado una serie de objetos útiles para la vida de los astronautas que viven en la Estación Espacial Internacional y que se exponen en la Trienal de Milán, en la exposición ‘Unknown Unknowns. An introduction to Mysteries’.

“La vida en el espacio plantea unas limitaciones muy interesantes para un diseñador: se desarrolla en un entorno confinado y presurizado, desprovisto de los estímulos naturales a los que estamos acostumbrados. Y sobre todo, en ausencia de la gravedad, elemento que condiciona no solo las acciones externas al cuerpo, sino el comportamiento del propio cuerpo y su funcionalidad”, explica la arquitecta Dominoni. “Como diseñadores es interesante abordar la microgravedad (que tiende a cero) existente en la Estación Espacial Internacional. La postura de las personas es muy similar a la que se puede encontrar bajo el agua. Todos los parámetros, musculares y esqueléticos, cambian. Además la vida en los módulos espaciales plantea una serie de desafíos psicológicos: el entorno confinado, la falta de privacidad, el ruido constante de las máquinas, la ausencia de estímulos sensoriales. Se necesita una enorme previsión de uso a la hora de diseñar objetos: tenemos que imaginar cómo los utilizarán los astronautas, respondiendo a leyes que no son las nuestras, para las que nuestro cuerpo no ha sido concebido. Y no hay posibilidad de probarlos en la realidad, hasta que estén en uso”.

Entre los objetos presentados en la exposición se encuentran, por ejemplo, las Taste Buds, un conjunto de instrumentos con diferentes texturas y colores que estimulan las papilas gustativas para contrarrestar la congestión cerebral provocada por la falta de gravedad, que hace que los vasos sanguíneos del cerebro se dilaten, reduciendo las percepciones sensoriales, incluidos el gusto y el olfato y, por lo tanto, también el apetito de los astronautas. Y también los Send Sens, dos robots blandos gemelos que permiten a los astronautas conectarse con personas en la Tierra enviando de forma remota la sensación de contacto físico. O Exterity, un sistema de fitness con el que puede realizarse ejercicio físico específico sin gravedad para estimular el sistema linfático y el flujo circulatorio.

Las repercusiones de tales investigaciones en el proyecto para la vida ‘terrestre’ son múltiples, como ilustra Annalisa Dominoni: “El traje para misiones extravehiculares que hemos diseñado junto con una empresa italiana prevé el acoplamiento a un dron que permite al astronauta moverse y volver a entrar sin el uso de cables. Una solución que también podría aplicarse a actividades subacuáticas, por ejemplo. También hemos estudiado posibles escenarios luminosos que recuerdan el efecto komorebi (el concepto japonés que describe la luz que pasa a través de las hojas), con lámparas que siguen a las personas gracias a sensores y giroscopios con el fin de aumentar el bienestar psicofísico en ausencia total de ritmos naturales.” El estudio de la vida en confinamiento es interesante desde diferentes puntos de vista. En los módulos espaciales se lleva al extremo y nos obliga a centrarnos en la circularidad de todos los procesos, en el desperdicio tendiente a cero. Otro aspecto de la investigación que puede ser muy útil para comprender que la finitud de los recursos es un estímulo, no una limitación. Es muy difícil decir con certeza si la vida en el espacio será una realidad pronto o no. Pero, para Annalisa Dominoni, “además de alimentar el sueño colectivo, el diseño de espacios es un estímulo inigualable para la investigación, que tiene un impacto en la vida de todos nosotros”. Mucho más de lo que imaginamos.

Antonella Galli

Captions and credits

All images: Courtesy of Annalisa Dominoni

01 (a+b) Annalisa Dominoni, Benedetto Quaquaro: new concept for a habitable module for astronaut entertainment on the International Space Station
02 Annalisa Dominoni and Benedetto Quaquaro (a+b), photo by Marina Alessi

03 to 16
Space objects designed to allow people to live comfortably and sustainably in extra-terrestrial, low-gravity environments, created by a group of young designers as part of ‘Space4InspirAction’, a study and research project created and led by Annalisa Dominoni and Benedetto Quaquaro at the Politecnico di Milano. On display at ‘Unknown Unknowns - An Introduction to Mysteries’, the 23rd international exhibition at the Milan Triennale (until 11 December). Photo Credits: LAB Immagine
03 and 04 Pare, edible packaging containing fruit powder. Creators: S. Ashraf, J. Dluhosch, A. Fasano, M. Febbrari, G. Sciretti
05 and 06 Exerity, a fitness system designed for use in space that activates muscles, thus stimulating the lymphatic system and improving circulatory flow. Creators: C. Castiglione, A. Pezzetti, E. Rossi, F. Saffari, G. Vergani
07 and 08 Emo Space, a tool used for preparing and cooking any ingredients placed inside it. When shaken, the food is mixed together and heated up. Creators: K. Chen, K. Gao, P. Shan, Y. Hua, A. Zheng
09 and 10 Rethinking Eating: new objects and formats for tasting food and wine in space, from novel cutlery to pasta shapes that hold sauces, and even glasses that do not need to be put down. Creators: F. E. Arar, T. Kang, G. Mammoliti, B. Ozcan, G. Rubino
11 and 12 Taste Bud: A set of nine instruments with different colours and textures intended to stimulate the tastebuds to combat the encephalemia brought about by the lack of gravity, causing the dilatation of the blood vessels in the brain, thus reducing sensory perceptions. Creators: F. Barengo, J. Han, I. Oda, J. Sizhao
13 and 14 Send Sens: A twinned pair of soft robots that allow an astronaut to connect with a loved one on Earth by remotely transmitting the feeling of physical contact between them. Creators: A. Càceres, E. G. P. Camilla, D. Carlini, L. Iannello, V. Rodriguez Schon
15 and 16 Onanze: earbuds designed to be worn as jewellery to reduce the frequency of the noise on board the International Space Station. These allow the astronauts to talk to loved ones back home and can reproduce the natural sounds of the Earth. Creators: L. Arboit, L. S. H. Ayazo, M. Kerdaffrec, D. Lin, L. Hongmiao


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