24-06-2019

PRESENCIAS DE AUSENCIAS

Memorial ,

"La ausencia, la forma más elevada de presencia" --James Joyce 



<strong>PRESENCIAS DE AUSENCIAS</strong><br />

"A través de la aniquilación del lenguaje se manifiesta, de alguna manera, lo indeterminado", Foucault, El pensamiento del afuera

El silencio puede ser más elocuente que las palabras agresivas y violentas y que los gritos y puede provocar más reacciones empáticas que cualquier expresión verbal. Lo mismo sucede en arquitectura: propuestas concisas y muy limpias, alejadas de un formalismo redundante y espectacular, atrapan nuestra alma con la desgarradora esencialidad de su incisividad. El silencio se convierte en un encuentro importante, un momento especial, una especie en vías de extinción en la excesiva abundancia y el ruido de los tiempos actuales. Gestos significativos, mordaces y aparentemente simples transmiten un bellísimo silencio y resuenan en voz alta en nuestro interior, invitándonos a momentos de profunda reflexión.

Maya Lin posee la expresividad y la fuerza de este tipo de silencio. Era solo una estudiante de arquitectura de 21 años de Yale, aún sin una licenciatura, cuando, en mayo de 1981, fue seleccionada entre más de 1.400 participantes y ganó de forma anónima un concurso oficial para un monumento en honor de los veteranos de la guerra de Vietnam. Para gritar al mundo toda su rabia contra una guerra que duró 30 años, con sus atrocidades inaceptables, como gesto impulsivo, Maya declara: “imagino que tomo un cuchillo, corto la tierra y la abro, una violencia inicial y un dolor que solo el tiempo puede aliviar". El acto, en su desarmante, aparente emotividad resuena con fuertes evocaciones simbólicas, implicando un experiencia real de participación e interacción.

La incisión quirúrgica en el suelo realza la fuerza narrativa, enfatizando la gravedad de las pérdidas y de los resentimientos que han desgarrado el vientre de la madre tierra con una brutalidad y una crueldad vergonzosas. Un muro de granito negro hundido en el terreno presenta las inscripciones de aproximadamente 58.000 nombres de hombres y mujeres muertos o desaparecidos en acción, haciendo aún más sombrío el hoyo. Los visitantes, obligados a acercarse para leer los nombres escritos en caracteres pequeños, se ven reflejados en la superficie pulida del mármol, adquiriendo conciencia de su responsabilidad individual. El muro en forma de V, con su abertura de 150 grados, ofrece también un abrazo reconfortante en el momento del dolor. La cicatriz negra, en su desnudez y crudeza y con su carácter nada convencional fue, para aquellos tiempos, ciertamente demasiado nueva y contrastaba con los tradicionales monumentos figurativos a los que estaba acostumbrada la gente. Por ello fue interpretada erróneamente como ‘un desgarro negro de vergüenza’ o una declaración ‘nihilista’ y suscitó duras críticas. Una vez que el monumento fue construido, las familias y los veteranos empezaron a acudir a él cada vez en mayor número, casi arrasando el lugar, percibiendo las silenciosas vibraciones de presencias ausentes y compartiendo la atmósfera de intimidad que Lin quería crear.



Cambiando completamente de escenario y trasladándonos del parque de Washington a la tierra de Blåvand, en la costa occidental de Dinamarca, encontramos cuatro surcos excavados sobre las huellas del pasado sedimentado, que, como recorridos evocadores y silenciosos, nos conducen hacia un encuentro emblemático, irradiando y anticipando la solemnidad del momento. Usando el paisaje como lienzo personal, el arquitecto Bjarke Ingels marca sabiamente la presencia subterránea del nuevo museo invisible de Tirpitz, solemnizando su revelación a través de un progresivo clímax de tensión creado por las profundas grietas como presagios del evento. Los recuerdos de historias escondidas emergen gradualmente, mientras que el cercano bloque de cemento del búnker nos ayuda, con su fría presencia monolítica, a reconstruir la atmósfera dramática de la historia de la guerra que tuvo lugar allí. Una vez superado el impacto emocional, la luz natural inunda, a través de los lugares, los cortes del gran patio, corazón del museo, del cual salen los cuatro espacios subterráneos que constituyen la galería del complejo. Y, a partir del silencio, la historia empieza a hablar de nuevo.



Otra señal, esta vez un anillo, un círculo que contiene agua corriente, usado con un explícito significado alegórico, imprime su marca simbólica al prado verde de Hyde Park, en Londres. Se trata de la fuente conmemorativa dedicada a Diana, princesa de Gales, ideada y realizada por Gustafson Porter + Bowman. Como tributo a la llamada Princesa del Pueblo, a su carismático carácter abierto, la atractiva forma curvilínea del recorrido de agua, colocado sobre el prado sin interrumpir su espacialidad, impregna el ambiente de energía, atrayendo a las personas a un auténtico contacto físico. Desde los niños pequeños a los adolescentes y los adultos, todos perciben el mensaje y, encantados con el espíritu divertido de la estructura, interactúan con ella con gran entusiasmo. La forma escultural de la fuente, discreta y en armonía con el espacio circundante, se adapta a la topografía natural ligeramente inclinada: el agua discurre descendiendo fluidamente en un lado y con cascadas, remolinos y burbujas en el otro a causa de la superficie arrugada, reflejando metafóricamente dos aspectos variables de la vida de Diana, que tuvo momentos de gran alegría alternados con otros de profunda tristeza.



Lo que aparece en estos proyectos diferentes es la común concisión, rica en múltiples matices. Murmuran como si nadie los oyera, pero la resonancia es alta. Sus gestos quedan como suspendidos, inmóviles en la potencialidad de ser o no ser. Es la empatía que suscitan la fuerza vital de su esencia, que hace resonar su presencia como instrumentos en espera de ser usados. Sin esta correspondencia de sentidos no serían más que notas petrificadas.

Créditos:
Gustafson Porter + Bowman:
BIG:
Maya Lin: 
Fotografía: 

 


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