27-03-2019

EN ESCENA: ENTREVISTA A ENNIO BRION

Ennio Brion, Canali Associati, Cino Zucchi Architetti, Andreas Kipar,

Milán,

Architecture/Landscape/Urbanism,

Entrevista,

El término utopía es la manera más cómoda para liquidar lo que no se tienen ganas, capacidad o coraje de hacer. Un sueño parece un sueño hasta que no se empieza en alguna parte, solo entonces se convierte en un propósito, o sea en algo infinitamente más ’ grande”- Adriano Olivetti 



EN ESCENA: ENTREVISTA A ENNIO BRION

En el artículo anterior hablé de arqui-puntura urbana, de intervenciones que, emulando de alguna manera la tradicional práctica de la medicina china, buscan, a través de la manipulación arquitectónica, aliviar, como en la aplicación de la acupuntura, puntos de presión, liberando los flujos de energía comprimidos. Las áreas identificadas y elegidas para hundir las agujas son, en general ‘meridianos intermedios’, que necesitan revitalización, significativos por su potencialidad inclusiva, conectora e interactiva con el entorno adyacente y la comunidad. Es, naturalmente, a partir de una feliz sinergia entre la práctica y la selección que el elemento urbano puede obtener beneficios reales, saneando la degradación existente y asistiendo a efectos en cadena de transformación con gran repercusión. 

Al noroeste de la ciudad de Milán, en una ubicación periférica estratégica, entre la QT8 y la antigua feria, una enorme zona histórica, de pasado industrial, sede de la fábrica de la Alfa Romeo, abandonada desde hacía tiempo, fue escenario de uno de los mayores procesos de regeneración de la capital lombarda. El proceso fue muy trabajado, con la elaboración de una serie de propuestas que se sucedieron hasta llegar al masterplan de Gino Valle a finales de los años noventa. El mismo Valle empezó las obras de un centro comercial y de tres edificios de oficinas de dirección que, tras su fallecimiento, fueron completados por el estudio Valle Architetti Associati. Posteriormente, los arquitectos Cino Zucchi y Guido Canali se alternaron en los proyectos de la parte residencial, mientras el diseño de los 70.000 m2 del parque fue confiado a Charles Jencks con Andres Kipar. Recientemente Boeri ha intervenido con una contribución personal en la cima de la colina situada en el fondo. Las terrazas, pensadas para albergar plantas altas y amplios jardines colgantes, caracterizan las viviendas, situadas cerca de los edificios de oficinas y rodeadas de amplias zonas verdes. El extenso emplazamiento industrial, que había permanecido tristemente silencioso durante décadas, empezó a tener una nueva vida, uniendo, como espacio vibrante, distritos que por mucho tiempo habían estado fraccionados.

El mérito del éxito de esta aventura es ciertamente de Ennio Brion, en representación de la propiedad (Vittoria Assicurazioni, Gruppo Finiper, y Finanziaria Gilardi) que, con incansable entusiasmo y sensibilidad, creyó, desde los años ochenta, en el potencial del lugar, realizando un proyecto de gran responsabilidad civil y de ejemplar fuerza arquitectónica. 

1. En el Proyecto Portello, ¿qué le hizo estar tan firmemente convencido de la posibilidad de éxito en la transformación del área, en un momento en que Milán no estaba tan extendida como para que fuera necesaria la revitalización del barrio? 

Era una zona urbana de calidad, independientemente de que se sugiriera el posible éxito. Ello vino más tarde. He trabajado haciendo elecciones personales: empecé con Gino Valle y continué con Zucchi y Canali. Come premisa a nuestra charla debo decir que soy un apasionado de la arquitectura. Fui cliente de Carlo Scarpa, uno de los más importantes arquitectos italianos del siglo XX, y fui amigo de Aldo Rossi. Tenía, pues, una cierta experiencia en el campo de la arquitectura. Esto me ha ayudado en las decisiones que he tomado en esta área.

2. Es verdaderamente un motivo de orgullo italiano el hecho de haber alcanzado un resultado tan prestigioso trabajando, como usted mismo define, a ‘kilómetro cero’. La ejemplaridad del producto hace que no podamos en absoluto lamentar que usted no se haya dejado llevar por la tendencia hoy tan extendida del concurso internacional. ¿Tuvo en algún momento la tentación de hacerlo?

No, nunca tuve la tentación de hacerlo. Mis decisiones fueron dictadas por mi cultura arquitectónica y las elecciones recayeron en profesionales que me interesaban por sus trabajos, empezando por Gino Valle, Cino Zucchi, un arquitecto emergente en aquel tiempo y Canali, que era ya un arquitecto consolidado. Puse a trabajar juntas a estas tres figuras de acuerdo con Gino Valle, que era el jefe del proyecto. Te pongo un ejemplo: el de Adriano Olivetti, que, sin hacer concursos, sino con su equipo de técnicos y arquitectos Marco Zanuso, Luigi Figini y Gino Pollini, por citar algunos, realizó el proyecto de su fábrica con el objetivo de crear un nuevo barrio. Es una decisión de responsabilidad individual, siendo un particular. Creo que son los entes públicos los que deben convocar concursos.

3. Como persona que apoya la italianidad, ¿no teme que en un mundo globalizado como el actual es cada vez más difícil expresar una identidad?

A día de hoy, las cosas han cambiado radicalmente. En Milán, por ejemplo, en Porta Nuova han intervenido fondos de inversión con operadores internacionales y para la realización de los rascacielos sintieron la necesidad de llamar a estudios con altísimas referencias. Digamos que han cambiado los clientes, incluso cuando se trata de áreas periféricas. Está, por ejemplo, el caso de la antigua feria, donde fueron invitados a atrabajar a Isozaki y Zaha Hadid. El mundo contemporáneo presenta una multiplicidad de inversores, que además son muy grandes. Tomemos como ejemplo lo que ocurre en las zonas en desuso de Milán, que sugiere, como realidad sintomática, una retirada del cliente individual, privado, en favor de las grandes entidades. Estas operan con la exigencia de tener estándares muy altos, capaces de afrontar obras de gran alcance, como los rascacielos. La realidad italiana se ha diluido en esta situación de clientes dispares. El mundo globalizado ha hecho perder identidad a la situación arquitectónica italiana, con las excepciones de Renzo Piano, Fuksas, Bellini y algunos otros.               
                     
4. Me ha gustado mucho esta imagen con la que le ha retratado Luca Molinari, un compañero de viaje que participa, cuando es necesario, respetando las decisiones del otro. Pero usted ha sido también cineasta, ¿cómo concilia los dos roles?  

Organizar una operación que incluye elegir arquitectos y hacer que dialoguen entre ellos es como una actividad de dirección de cine. Y un cliente que dirige la operación y hace trabajar juntos a los actores que ha elegido lleva adelante el proyecto superando muchas dificultades conjuntamente. Se crea así un trabajo único de grupo.  

5. Clientes con fuerte personalidad, como la suya, pueden convertirse en ‘padres difíciles de manejar’. ¿Cómo lograba que el arquitecto expresara su propia visión, teniendo usted ya una visión muy clara?

Con los arquitectos que he elegido nunca he tenido disputas y creo que es así porque el primer presupuesto imprescindible es hacer una elección consciente: conocer los límites y los defectos de un arquitecto y tratar de entrar en sintonía. El problema no es tener una fuerte personalidad como cliente, sino tenerla en la elección y en el encargo de las configuraciones que después determinarán la contribución del arquitecto. Es lo que he hecho siempre, desde el pasado, con James Stirling por ejemplo. A Carlo Scarpa nunca le habría confiado la realización de un establecimiento, pero como cliente de la tumba familiar, considerada una de las obras más importantes del siglo pasado, no tuve dudas sobre las peculiaridades e inclinaciones de Scarpa.

6. Seguro que para usted un proyecto es ciertamente un gesto cultural, pero en nuestro mundo acelerado quizá se han perdido esos ‘espacios de lentitud’, que distinguían el diálogo cliente-artista. ¿Qué piensa de ello?

Un proyecto arquitectónico implica una gran inversión económica, son capitales que se traducen en edificios. A menos que uno construya una casa para él mismo, hay exigencias de plazos que hay que respetar para ser competitivo en el mercado. El arquitecto, además de ser un artista, debe ser un buen profesional. Personalmente, siempre he encontrado profesionales que respondían a las exigencias. Un arquitecto que he encontrado muy meticuloso y responsable es Zucchi, al igual que Valle.

7. En la evolución del tiempo y del progreso, ideas y nuevas perspectivas amplifican constantemente los radios de acción, propagándose e invadiendo reinos diferentes, desde productos a pequeña escala a desarrollos urbanos de amplias dimensiones. Usted, en Italia, ha sabido verdaderamente poner en escena esta estratificación y complementariedad de intereses que influye en disciplinas distintas.

La situación y el mercado son hoy muy complejos, por las normativas y por las cargas contributivas que hay que satisfacer. Son tantos los elementos y las aportaciones previstas por parte de diferentes disciplinas que es indispensable que haya una buena coordinación e integración. Vista esta complementariedad, se perfila la necesidad de un jefe de proyecto que coordine a las diferentes partes, creando un juego de equipo. Se trata de saber identificar, detectar la vocación de cada profesional. La escena arquitectónica prevé un diálogo colaborativo de pertenencias diferentes que abracen intervenciones a pequeña o gran escala.

8. Su mundo ha estado lleno de encuentros maravillosos y creativos, con muchas personalidades, amigos que han dejado una huella importante en la historia. ¿Este ambiente estimulante de pensamientos, ideas, opiniones y conversaciones compartidas ha tenido una influencia particular en usted?

Sí, ha sido una escuela de grandes aprendizajes y, sobre todo, una escuela humanística. Empecé con Gardella y con Zanuso, después con Magistretti y muchísimos otros. Un recorrido bellísimo, estableciendo relaciones que me han enriquecido mucho. Eran todos arquitectos humanistas, que naturalmente han tenido un gran impacto en mi formación y estoy agradecido a todos ellos por lo que me han enseñado. Y estoy también orgulloso de haberlos escogido siguiendo mi inclinación.

Doy las gracias al Doctor Brion por su paciencia y por el placer de esta breve charla. Siempre involucrado con entusiasmo juvenil en algún nuevo proyecto, me hablaba pero con el pensamiento corría a menudo a la nueva exposición que está preparando con la colaboración de Stefano Boeri. Acaba de finalizar el bellísimo y prestigioso montaje con Rem Koolhaas y el famoso artista minimalista Sol Lewitt. Le reitero mi estima y gran consideración por las cosas importantes que nos ha regalado y le dedico una frase de Adriano Olivetti, que expresa y sintetiza muy bien su filosofía de vida y que, creo, puede ser una importante invitación para todos, sobre todo, para los que somos jóvenes: “El término utopía es la manera más cómoda para liquidar lo que no se tienen ganas, capacidad o coraje de hacer. Un sueño parece un sueño hasta que no se empieza en alguna parte, solo entonces se convierte en un propósito, o sea en algo infinitamente más ’ grande”

Créditos
Ennio Brion
Fotógrafo: Courtesy of Rodrigo Kugnharski (1 foto), Portello (2-11 fotos)


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