16-02-2021

BRUCE ALONZO GOFF

Bruce Goff,

Anthony V. Thompson, Michael Stano, Rachel Cole,

Aurora, Illinois, Norman, Oklahoma,

Housing,

abstract



<b>BRUCE ALONZO GOFF</b>
Tenía apenas 12 años cuando su padre, al volver a casa y encontrarlo como de costumbre dibujando sus habituales torres, enrolló los dibujos, le hizo ponerse el abrigo y parando un taxi por la calle le pidió que les acompañara al mejor estudio de arquitectura de la ciudad. La ayuda de su padre se reveló fundamental, como declarará Bruce en los años posteriores. Una vez llegados a las oficinas de Rush, Endacott and Rush y tras enseñarles los dibujos, la reacción fue de lo más estimulante. Los socios, especialmente AW Rush, dotado de una fuerte determinación que podía hacer pensar en la de Theodore Roosevelt, impresionados por el talento del muchacho, le ofrecieron de inmediato la posibilidad de hacer prácticas con ellos. Al joven le prometieron enseñarle la profesión mientras que a cambio él debía comprometerse a conseguir el reconocimiento de arquitecto. Con solo 15 años diseñaba casas de cierta importancia y sabía proyectar estructuras comerciales. A los 25 ya le habían nombrado socio. AW Rush, el presidente de la empresa que mientras tanto se había jubilado, seguía con interés los progresos de Bruce, habiendo intuido desde sus primeros intentos de proyecto la originalidad que emanaba de sus obras. Comprendió que lo debía proteger, advirtiéndole de que su vida sería difícil precisamente a causa de su predisposición. “Mientras sigas en la trinchera con todos los demás, haciendo lo mismo que hacen los otros, nadie te notará o se reirá de ti. Es cuando llegas a la tierra de nadie cuando empiezan a dispararte desde ambas direcciones, y a juzgar por el camino que vas, hijo mío, deberías curtirte la piel, porque estarás en tierra de nadie el resto de tu vida”. Antes de afrontar el mundo profesional fuera del entorno conocido, sucedió que mientras diseñaba dos bungalows en Tulsa, en la sala de dibujo los compañeros empezaron a hacer comentarios sobre cierto arquitecto de Chicago, haciendo referencia a afinidades y un estilo orgánico con este tal Wright. Bruce, no sabía bien de lo que estaban hablando, y con curiosidad por profundizar en el tema, decidió escribir a este arquitecto que tenía 37 años más que él. Recibió una respuesta estimulante, donde le aconsejaba de que no se preocupara por perseguir un diploma universitario, sino que siguiera practicando, justo como estaba haciendo, si quería convertirse en arquitecto. Los consejos no cayeron en saco roto: decidió continuar en el estudio del que formaba parte, dejando el diseño por la proyectación, y dedicándose a la Boston Avenue Methodist Church, una de las más apreciadas e imponentes estructuras eclesiásticas de art déco y gótica, con casi 70 metros de altura, en el centro de Tulsa. No interrumpirá nunca su correspondencia con Wright, ni siquiera cuando llega a la madurez, a pesar de preferir seguir su propio camino manteniendo la distancia con esa influencia original. Antes de crear su compañía en Taliesin recibirá tres veces la oferta de convertirse en su ‘brazo derecho’, oferta que rechazará en todas las ocasiones. La razón por la que no quería acortar la distancia geográfica que les separaba era el temor que le suscitaban las personalidades muy fuertes en general, y justificará su rechazó de esta forma: "Sr. Wright, le estimo mucho y conozco a gente que ha trabajado con usted. Es un hombre demasiado grande para que yo esté cerca de usted, necesito quedarme a distancia para mantener la perspectiva adecuada. Espero que podamos seguir siendo amigos”. La amistad y el respeto recíproco se mantuvieron inalterados: Wright, al que muchos calificaban de egocéntrico, sentía una consideración especial por Bruce, al que consideraba un verdadero pionero, y “uno de los talentos de relieve del país que se dedicaban a una arquitectura indígena” quizás "el único auténtico, nuevo arquitecto americano". Bruce, por su parte sentía un gran respeto y mucha admiración por los conceptos geniales del maestro, hasta el punto que en 1952 sugirió su nombre para proyectar la Price Tower de Bartlesville, Oklahoma, donde al final de las obras abrirá su propio estudio de arquitectura. 

Las consecuencias que había provocado el bienestar económico alcanzado en EE.UU. en la última década del siglo XIX no eran compartidas por Goff, que consideraba indispensable para una arquitectura auténtica el hecho de tomar conciencia de las propias raíces. Abrigaba ideas muy claras respecto al papel que un arquitecto debía tener, libre de cualquier presión o condicionamiento, y lo que se estaba produciendo estaba sin duda muy lejos de sus aspiraciones. La difusa tendencia de querer exhibir el nuevo status social aportado por el incremento de la riqueza, había seducido también a los arquitectos de la época que sin dudar complacían el deseo de ostentación y prestigio de sus clientes. Empezaron a sucederse edificios que con sus fachadas evocaban las modas y estilos más dispares de las épocas de mayor esplendor de la historia de la arquitectura del otro lado del océano. Una auténtica locura, agravada por el empleo de materiales que se hacían llegar de localidades remotas e improbables. Un eclecticismo que solo estaba dictado por el dinero, alejadísimo del juego espontáneo, inteligente y culto de Goff. La mayoría de los arquitectos desgraciadamente prefirieron sucumbir a los intereses económicos en vez de dar prioridad, como habrían debido, a las referencias del lugar, tiempo, cultura local y tradición. En este ‘desierto cultural’ que tenía como expresión una forma de estandardización vacua, por supuesto que hubo excepciones que se oponían a la moda de una ‘arquitectura de fachada’, y que hacían propuestas funcionales y formales más innovadoras, como las de Richardson, Sullivan y los seguidores de la ‘Escuela de Chicago’. Eran intentos que se esforzaban por promover una arquitectura autóctona. 

Bruce Goff es un arquitecto extremamente interesante pero difícil de definir en la misma medida. Tiene una personalidad compleja y no se puede dar un juicio general unívoco. Las opiniones de aquellos que se acercan a su trabajo se revelan contrastantes: algunos lo consideran un auténtico genio, mientras que a otros les parece un 'loco anárquico’ o un ‘romántico indisciplinado'. Sin embargo por unanimidad se le reconoce la inflexible coherencia con la que siempre llevó a cabo su oposición a cualquier forma de rígido conformismo. Se sentía atraído por la arquitectura orgánica porque le permitía enfatizar la natura y el individualismo. La necesidad de expresar un individualismo libre y creativo es la nota que caracteriza y honra su conducta, quizás anómala en apariencia, pero que desde todos los puntos de vista se oponía con firmeza a formas de comportamiento emponzoñadas por las tendencias o la conveniencia. Abrigaba una confianza fortísima en el aspecto creativo, y lo consideraba un paso importante hacia el progreso, recordando con profundo respeto aquellos previsores e inventivos pioneros “que se adentraban en la naturaleza salvaje para conquistar lo desconocido y transformarlo en un símbolo luminoso de libertad y prosperidad”.
Con la llegada de la Gran Depresión las graves dificultades económicas obligaron a Rush, Endacott and Rush a cerrar oficialmente sus puertas. Bruce decidió trasladarse a Chicago, aceptando un empleo como profesor a tiempo parcial en la Academia de Bellas Artes y trabajando para la Libbey-Owens-Ford Glass Company. En 1937 funda su primer estudio independiente en un pequeño local en alquiler que compartirá con el escultor italoamericano Alfonso Iannelli, que había trabajado antes con Wright. Se dedicará entonces a su profesión a tiempo completo realizando algunos de sus primeros encargos de viviendas pero al cabo de cinco años, debido al estallido de la II guerra mundial, deberá dejar relegado su sueño para enrolarse en la Marina Seabees, un batallón especial cuya tarea consistía en edificar y mantener las obras de infraestructura. Le destinaron a Camp Parks, en Alaska, y al decidir ampliar varias estructuras y servicios comunitarios no perdió la ocasión de demostrar sus capacidades técnicas, reinventando la cubierta para una estructura de entrenamiento utilizando de forma ingeniosa unas piezas prefabricadas de las barracas Quonset.

La predisposición de Bruce por la arquitectura se había manifestado muy temprano, demostrando preferir cualquier cosa relacionada con la forma y el color a los habituales juegos infantiles. Coleccionaba por ejemplo sellos, atraído por las imágenes curiosas que ilustraban, y banderas por sus colores brillantes. Sentía especial curiosidad y fascinación por los engranajes mecánicos, pero también le gustaba plasmar casas con la arcilla y “diseñaba castillos y catedrales fantasiosas casi antes de saber escribir”. Más allá de su talento extraordinario y de la increíble y futurista producción de proyectos orgánicos imaginativos y curiosos que seguirá, merece ser conocido por la existencia que vivió, definida como “una fuerza singular en la arquitectura americana moderna”.          

El padre de Bruce era el más pequeño de siete hermanos y cuando se casó probó fortuna trasladándose de Alton en Kansas a Denver, en Colorado, esperando poder garantizar un futuro mejor a su mujer y sus dos hijos con su empleo de reparador de relojes. Sin embargo el trabajo escaseaba, así que se vio obligado a cerrar la tienda. Dispuesto a aceptar cualquier empleo posible, decidió trasladarse a Tulsa, una de las ciudades mejores y más prósperas del estado de Oklahoma. El pequeño Bruce pasará sus primeros años entre otras tres localidades de este estado. Crecerá en zonas de las afueras, jugando en en el campo y viviendo en casas minúsculas. Una en concreto consistía de una habitación de 4 metros x 8, donde después recordaba que la comida era tan escasa que solía irse a la cama con hambre. Pasó un verano particularmente electrizante con su hermana en la pequeña casa de campo de Kansas de su bisabuela, una pintora autodidacta con la que estaba muy encariñado. Se sentía fascinado por la colección de cristales, conchas y otras cosas extrañas que ella recogía durante sus paseos, de sus paisajes, así como por las pequeñas pinturas de aves, flores y frutos del bisabuelo, lo que le llevará a convertirse en un fanático de la naturaleza. Al carecer prácticamente de efectos personales, ya que todo se reducía a lo esencial, creció en él un profundo respeto por la conservación de objetos sencillos y ordinarios. Recogía en el jardín todo lo que encontraba: piedras, huesos, palos, hojas, y decía que eran su 'juego de construcciones naturales’, adaptándolos como piezas que encajaban o que generaban creaciones extraordinarias. A pesar de transcurrir la mayor parte de su vida en la zona central de América, la cultura de masa y el arte del tiempo no ejercieron ninguna influencia sobre él, y por el contrario los consideraba demasiado banales, llenos de clichés y de estereotipos. Pero hubo un viaje con su familia por las vastas llanuras del oeste en el que tuvo un breve encuentro con los indios americanos nativos, los Cherokees, que dejó en él, entonces adolescente, una señal indeleble. Lo que le sorprendió profundamente fue la forma en que aquella población se relacionaba con las duras dificultades y vicisitudes de una existencia compartida, consiguiendo soportarla y hacer que pareciera menos amarga. Era como si hubieran encontrado un antídoto, no tanto contra sus limitados recursos, sino incluso para celebrar esa pobreza en medio de colores y elegancia, realizando a mano con dedicación y pasión objetos artísticos e indumentos que les había visto lucir, adornados con collares de abalorios, penachos de plumas, mantas tejidas por ellos y mocasines de piel. Era una forma de sublimar el saber contentarse con poco o nada, una auténtica lección de vida que será para él fuente de inspiración tanto en su conducta cotidiana como en la realización de sus obras. 

Tras varios peregrinajes la vuelta a Tulsa en 1915 será definitiva. La nueva riqueza garantizada por el petróleo será la fuente de un deseo paralelo de desarrollo cultural y de actividades. Se respiraba un ambiente cuyo lema era el ‘nada es imposible’, que se convertirá en el dogma de Bruce para toda la vida. Aquí cursará VI de educación básica antes de interrumpir el colegio para empezar las prácticas en el estudio de Rush, Endacott and Rush. Ayudado por un profesor descubre su predisposición para la pintura: extremamente dotado produce un buen número de dibujos y pinturas de todo respeto en cualquier superficie disponible que encontrara, papel pintado que sobraba, envoltorios o periódicos, al no poder permitirse comprar un álbum de dibujo. Pintar, hacer mosaicos y obras de artes aplicadas será, junto con los largos paseos, uno de sus pasatiempos preferidos, al igual que la música. Especialmente la música clásica ejerce sobre él una intensa emoción, sintiéndose atraído por las composiciones de Debussy, al que seguirá apasionadamente no solo por sus sinfonías sino como un auténtico maestro de vida. Una de las máximas que adoptará y lo guiará en la actitud que se debe mantener en las relaciones con los demás y de trabajo, rezaba así: "No prestes oídos a los consejos de nadie; escucha el viento que cuenta de pasada la historia del mundo". Sus ‘edificios desobedientes’ no utilizaban un vocabulario por así decirlo ortodoxo y no se adaptaban a un lenguaje codificado sino que resultaban subversivos para su época, no se entendían y no se vislumbraba la posibilidad de juzgarlos sin el extremismo de la no objetividad, considerándolos o excesivamente futuristas o excesivamente banales. 

Se produjo otro episodio que junto con el consejo del gran compositor marcará su comportamiento haciéndolo casi impasible frente a las críticas más ofensivas. Precedentemente la hermana, que tenía un carácter totalmente distinto del suyo y no le gusta pasar las tardes tranquila en casa, lo solía provocar porque no quería seguirla a pasar un rato al aire libre con los demás niños. Bruce recuerda que un día en que le hizo la enésima trastada, tirándole un vaso de agua a propósito encima de una acuarela que acababa de terminar, un acto ante el que normalmente habría reaccionado poniéndose como una furia, decidió fingir que no había pasado nada. Esta aparente indiferencia inexplicablemente le quitó a su hermana las ganas de seguir metiéndose con él, y él se sintió tan satisfecho que decidió que a partir de entonces adoptaría siempre esta táctica con cualquiera que decidiera atacarle. Y de hecho logrará siempre mantener esta actitud muy tolerante, que aparentemente se desentiende de las opiniones de aquellos que no entienden o aprecian sus creaciones. Son numerosas las anécdotas que se cuentan a propósito de su imperturbable serenidad incluso cuando las ofensas eran encendidas, como en el caso de Mies van der Rohe, que le había apuntado que no hacía falta inventar un nuevo estilo cada lunes por la mañana. Y si se hubiera encontrado presente cuando Charles Jencks lo definió el 'Michelangelo del kitsch’ sin duda habría contestado que sus edificios obtenían reconocimientos y suscitaban interés.

En el mundo artístico es, diría yo, bastante normal que quienes tienen éxito asuma una actitud autoritaria y hasta arrogante, jugando a rodearse de un aura que les haga parecer lo más especiales posible. Goff al contrario nunca montó numeritos con poses o comportamientos estudiados, y la única nota que tal vez aludía a la excentricidad de su estilo arquitectónico era su vestimenta, con una predilección por los colores chillones en combinaciones contrastantes, que resultaban especialmente excesivos en un ambiente conservador como el de Oklahoma.Únicamente con sus esfuerzos, como autodidacta, sin conseguir nunca una licenciatura, logró obtener importantes reconocimientos, un cargo de enseñante y posteriormente el título de presidente del departamento de Arquitectura de la Universidad de Oklahoma. Y la aportación que regaló al mundo académico en los ocho años de su cargo se entiende seguramente mejor hoy en día que entonces. Contrató a nuevos profesores con los que logró transformar de forma revolucionaria la formación en arquitectura, sin plasmarla sobre los dogmas que solía predicar, dejando a los jóvenes libres de indicaciones programáticas y de las habituales referencias. Así lo demuestra una exposición que se le dedicó hace poco con el título ‘Renegades: Bruce Goff and the American School of Architecture’, que parece querer excusarse por los que no le reconocieron los méritos que se le debían. Goff, a pesar de saber perfectamente que muchos colegas no apreciaban su trabajo, era plenamente consciente de su singularidad y del hecho que las innovaciones pueden no ser bien acogidas. Esto hacía que él mantuviera con todos una actitud cortés y jovial, y que no sintiera rencor ni siquiera hacia sus más acérrimos detractores.

En cualidad de arquitecto, siempre procuró construir casas que reflejaran la identidad y la personalidad de sus residentes, que no se parecieran entre ellas, que se adaptaran a un estilo de vida y expresión individual, una exigencia dictada por su carácter eclético que no se avergonzaba de no compartir el sueño americano común. Cuerpos geométricos dinámicos y formas radicales, concebidas con objetos localizados in situ, a veces reciclados o reutilizados, desechos industriales, elementos naturales (plumas de oca, carbón, ceniceros de vidrio, canicas), que él elaboraba mezclándolos de forma extraña y absolutamente inesperada, y que eran expresión de su fantástico ingenio. Se adelantó a una época que llegaría más tarde, fue un auténtico precursor de una proyectación circular. Utilizaba gran cantidad de hallazgos de desecho, partes de producciones en serie desmontadas, no rechazaba nunca nada a lo que pudiera imaginarle una segunda vida, usándolo como componente integrante de sus elaboraciones. Gestos característicos suyos que le llevaban a combinar el factor decorativo y el estructural como un conjunto indisoluble. Con valor y convicción persiguió el sueño de promover una arquitectura local tradicional relacionada con su dogma de la igualdad. Quería que la arquitectura fuese accesible pero a la vez distinguible, dándole una interpretación moderna, única, por así decir, hecha a medida. Su optimismo experimental llega hasta una visión casi utópica de existencia en armonía con la naturaleza. Su producción iba más allá de las expectativas de un tipo de vida vinculada con determinado status quo, y se preocupaba por hacer vislumbrar una forma totalmente distinta para vivir. Estaba dotado de un filón inagotable, y asombra constantemente con propuestas que unían a la extravagancia un énfasis especial en la decoración como detalle y en el virtuosismo de la realización, aspirando a que en cada casa las personas tuvieran el espacio para ser ellas mismas. ‘Lugares comunes del corazón’ alejados de la superficialidad transitoria de modas y simbolismos convencionales.


Ford House, 1949, in Aurora, Illinois. Photograph courtesy of Rachel Cole. 

Habiendo podido conocer y aplicar en persona tecnologías de vanguardia durante el servicio militar, esto le ayudó a incorporar dichas cualidades de ingeniería a su trabajo. Cuando en 1949 le encargaron la Ford House, en Aurora, Illinois, aplicará una insólita configuración radial de las viguetas curvadas de las barracas Quonset en tono rojo vivo, dispuestas de forma circular alrededor del baricentro de la pianta, desde donde irradian inclinadas para lograr una especie de forma bulbosa de hongo. La sala redonda central tiene un diámetro de 15 metros y la idea surgió trabajando sobre la teoría que el círculo es "una forma informal, recogida y amistosa”. Pensada como una zona para el tiempo libre de la familia o para utilizarla con invitados, carece de tabiques o de jerarquía en sus elementos, está inundada de luz natural que se difunde desde la fachada de cristal a toda altura y por el tragaluz en la cima que abren el espacio al paisaje que lo rodea sin interrupciones, anulando la definición de interior y exterior. Una pared curva de antracita delinea el perímetro de esta zona esférica, salpicada de un elegante mosaico de canicas y fragmentos de vidrio de reflejos aguamarina, desechos de una fábrica de vidrio, usados como si fueran auténticas gemas para aportar a los sencillos ladrillos, negros como el alquitrán, un aura de valor y riqueza. Una espesa trama de cuerdas de cáñamo trenzado reviste el techo de la entrada y sirve como contrapunto al esquema de 'espiga’ creado con la disposición diagonal de las tablas de madera de ciprés fijadas por dentro de la cúpula central de 50 metros. Cada mueble personalizado y cada elemento decorativo tiene la peculiaridad de garantizar la comodidad sin renunciar a provocar auténticas emociones visuales. La casa se compone de un surtido variado de doce materiales, aplicados y utilizados de forma excéntrica y como si fuera un juego, y logra secuencias espectaculares con una estética imprevisible y desbocada. Abrazando esta presencia audaz, dos cúpulas más pequeñas rematan las dos alas adyacentes reservadas a las zonas más privadas, los dormitorios y los baños. Los clientes de Bruce se quedan sin palabras frente a lo que el arquitecto y amigo ha logrado realizar, orgullosos de poseer una casa que no solo es perfecta para su estilo de vida, sino que además parece pulsar y transmitir vibraciones carismáticas en cada uno de sus detalles, rompiendo la repetitividad impersonal de las viviendas residenciales suburbanas. La forma inusual representará para muchos una provocación, y la describen de las formas más variadas, comparándola con una jaula de pájaros, una manzana, un disco volante, un hongo gigantesco, etc, provocando la reacción de los Ford que plantaron un cartel donde expresaban su disgusto frente a las casas de aquellos que se permitían criticar la suya.


Interior of the Bavinger House, in Norman, Oklahoma. 1950. Designed by Bruce Goff for Eugene and Nancy Bavinger. Photograph courtesy of Anthony V. Thompson. 

El proyecto, desde los primeros momentos en su fase inicial, había llamado la atención de todo el barrio como si se tratara de todo un espectáculo. Los viandantes se detenían a observar, a veces se formaba una multitud que asistía a los procesos que conducían a realizaciones excepcionales y absolutamente inesperadas, que solían abundar en personalizaciones originales. La apariencia extraña e inédita suscitaba un intenso interés por parte de algunas personas, mientras que otras se sentían consternadas frente a la obra. Goff siempre tuvo clientes que estaban muy seguros de sus preferencias y sus elecciones, que no le daban importancia a lo que pensaba el público, y que apreciaban su vívida imaginación, la elevada calidad artesanal y la cálida intimidad de las viviendas que les construía. En 1950, Goff proyecto su icónica y espléndida Bavinger House en Norman, Oklahoma, realizada para los artistas Eugene y Nancy Bavinger. Una casa hecha de tierra, monumental y fabulosa que despunta de la espesa vegetación del bosque que la rodea. Evita cualquier estereotipo arquitectónico o planos utilizados con anterioridad, conceptualizando una espiral logarítmica similar a un enorme Nautilus, que se enrosca alrededor de un alto poste de acero que se eleva 96 metros hacia el cielo. La espiral se despliega hacia el exterior con la amplia voluta de una pared de arenaria y pedrisco recogidos localmente en los que se engarzan racimos de grandes bloques irregulares de vidrio sólido en tono verde azulado. El espacio interior es completamente abierto y una especie de plataformas flotantes marcan un ritmo dinámico en varios niveles. Se alternan como si fueran grandes y envolventes nidos suspendidos alrededor del árbol central, apropiándose de las tres plantas de vacío. Se va subiendo a ellas por una escalera que crece por la pared axial, y nos acogen con sus amplias superficies cóncavas circulares, respectivamente en posición ascendente con cinco zonas diferentes: una zona de conversación, la parte de dormitorios, y la de estudio. Una suave moqueta en un tono amarillo cálido reviste las plataformas al igual que los tapizados de gomaespuma, salientes y recovecos sustituyen de forma más orgánica a los muebles ausentes.

La pareja, ambos profesores, participó de forma activa en la construcción, en la que colaboraron también sus alumnos. Se utilizaron materiales encontrados en los alrededores, y relacionado con esto hay una anécdota que vale la pena recordar. Cuando la estructura había empezado a delinearse eran tantos los curiosos que invadían las obras, entorpeciendo la construcción con todas sus preguntas, que Nancy decidió sentarse en la verja de entrada pidiendo a cada visitante algo así como 50 céntimos por entrar. Una cifra irrisoria que en principio debía ser solo simbólica pero que al final permitió cubrir gran parte de los costes. Bavinger House es uno de los ejemplos más significativos de arquitectura orgánica, el resultado no de un proceso artificial sino casi una sedimentación natural. Vivir en un ‘jardín acuático cubierto’, la aspiración de los dos clientes, queda asegurado incluyendo asientos y mesitas empotrados en el suelo, rodeados a su vez por parterres. En el muro exterior se diseñan aberturas específicas para los jardines acuáticos y las jardineras, que no solo completan la fachada, sino que se introducen en el interior con exuberantes cascadas de vegetación. El suelo de pizarra se extiende libre sin fin hacia ese mundo natural con el que la obra de arquitectura se funde una vez que se despoja de los rasgos que hacen de ella un acto artificial.

Virginia Cucchi

Credits:

Photo: Cover, 3, 5-8 Bavinger House e 10, Model of the Ford House, 16- 17 Ford House : Photographs courtesy of Anthony V. Thompson, to see more of his photographic work of Bruce Goff's projects: https://flic.kr/s/aHsiS2Yxmn
Photo: 1: Bruce Goff in his studio at the University of Oklahoma, 1954, Photo of Philip B. Welch. Courtesy of Goff Archive, Ryerson & Burnham Archives, The Art Institute of Chicago; digital file @ The Art Institute of Chicago, 
Photo 2 : Bruce Goff and Frank Lloyd Wright, Courtesy of Goff Archive, Ryerson & Burnham Archives, The Art Institute of Chicago; digital file @ The Art Institute of Chicago 
Photo: 4, 9 Bavinger House : Photographs courtesy of Michael Stano. 
Foto: 11-15 Ford House: Photographs courtesy of Rachel Cole, to see more of her photographs of Ford House: https://flic.kr/s/aHsjGRikMJ

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