07-04-2020

CONEXIONES EN LA CIUDAD DEL FUTURO

Rojkind Arquitectos,

Jaime Navarro Soto, Paul Rivera ,

Mexico,

Arquitectura y Cultura,

Cuando una obra arquitectónica expresa una polifonicidad de aspiraciones, puede transformarse en un acontecimiento, un proceso en continua evolución. Así es como nace una fuerte conectividad entre la arquitectura y la comunidad.



<strong>CONEXIONES EN LA CIUDAD DEL FUTURO</strong><br />

En ciudades que cada vez están más automatizadas, en las que la tecnología está sustituyendo gran parte del aporte humano y la realidad virtual sobrepasa al contacto físico, ¿cómo podemos proteger la conexión entre los individuos de una colectividad? No aludo a la conexión que nos garantiza la rete internet, sino a las interacciones que se crean y consolidan al colaborar en algún proyecto, al participar a un evento público o al aprovechar oportunidades que nos ofrece la ciudad, como por ejemplo contenedores y edificios que han sido concebidos para contribuir a que sucedan cosas, y espacios verdes en parte dedicados a parques públicos y en parte a iniciativas deportivas y culturales, para las que está prevista la presencia de grupo. Conscientes del riesgo de un abuso digital, debemos encontrar la forma de preservar las relaciones que constituyen la concertación de una trama social.  

He leído hace poco un artículo de un arquitecto que precisamente habla de aspectos del entramado urbano que se han sufrido un desgarro por el predominio del intercambio que se produce en abstracto sobre el que se produce en concreto y frente a esta situación alarmante, decide encontrar un remedio “proyectando para que otras cosas sucedan”. A la arquitectura que tiene intención de realizar, nada le gustaría más que poseer la función de un detonador que logre estimular y alimentar una implicación participativa que se va debilitando y poco a poco perdiendo. El promotor de esta recuperación de la sociabilidad es Michel Rojkind. Su estudio está ubicado en Ciudad de México, y sostiene que las innovaciones tecnológicas, la producción digital y la proyectación por ordenador son soportes insustituibles. No reniega de ellos, es más, los ama, pero al reflexionar sobre la realidad que nos rodea, añade que no es correcto permitir que se desintegren las relaciones entre los individuos, que representan el cemento y el alma del aglomerado urbano. Sin renegar de la tecnología, conviene que el público se conciencie de la importancia de formar parte activa de esa estructura que es la ciudad donde vivimos, incluso sintiéndonos gratos por lo que podamos realizar.

Si se planifica todo de forma perfecta, negándole al ciudadano el placer de contribuir al bien común aunque sea cometiendo errores y haciéndolo sentir que sus esfuerzos para aportar algo a la mejora de su entorno son inútiles, se corre el riesgo de que se produzca una situación parecida a la que se vivió en Nueva York en los años 50, cuando se aplicaron políticas de renovación urbana, que según dice Jane Jacobs, destruyeron las comunidades creando espacios aislados e innaturales. La periodista americano-canadiense se dedica a estudiar los problemas relacionados con la urbanización y está a favor de un enfoque del proyecto que se basa en la implicación de la colectividad. En su libro ‘Muerte y vida de las grandes ciudades’, un clásico de la sociología urbana que siempre ha contado con defensores y opositores por igual, nos advierte del peligro de la excesiva planificación centralizada contando sobre un grupo de edificios que se erigieron en Nueva York alrededor de una gran plaza, cuya intención era estimular la socialización entre los habitantes y donde al final, nunca fue a vivir nadie. Gran sostenedora del restablecimiento de los núcleos urbanos a medida del hombre, celebra la diversidad y la complejidad de los barrios de uso mixto, que garantizan la revitalización y un cambio hecho de espontaneidad y participación, y ese paradigma que usa para ilustrar una situación específica de la realidad neoyorquina es evidente que hay que extenderlo universalmente. Los preceptos de Jacobs se basan en la idea de que las ciudades son seres vivientes y ecosistemas cuya vivacidad depende de la polifonía de voces, debiendo ser escuchadas todas para poderse desarrollar de forma responsable y consciente. Si cada uno de los miembros se siente responsabilizado, si siente que se confía en él, sin duda se preocupará del futuro de una realidad de la que forma parte, actuando de forma más consciente y efectiva.

Volviendo a las reflexiones de Rojkind, se pueden notar puntos en común con las teorías que defendía Jacobs, sobre todo cuando propone que haría falta implicar a los simples ciudadanos en la edificación de obras que serán destinadas a uso público. Una ayuda que en su opinión podría revelarse acertada, ya que al compartir esta experiencia se crearía un sentimiento de orgullo y los esfuerzos dedicados a realizar algo que enriquece a todos harían que se desarrollara un profundo sentimiento de identificación. “Si hacemos que las personas participen y estimulamos su curiosidad estaremos poniendo en marcha una fuerza potente para el cambio y la vitalidad cívica”, dice el arquitecto, y sigue declarando el aspecto artesano del trabajo, que es especialmente valioso, podría ser la forma más eficaz para contribuir a esta trasformación, ya que “hace que las cosas vayas más lentas mientras aumenta la inteligencia del todo”.

Usando la arquitectura como “una plataforma para la reconstrucción social” se pueden obtener resultados inesperados, como Rojkind a menudo ha logrado con sus proyectos. Hablando desde un punto de vista estético, la música que se desencadena de la maestría artesanal se puede apreciar, por citar un ejemplo, en una obra por la que el arquitecto siente especial cariño: la casa PR34, donde para realizar la fachada de metal continua se convocó a un grupo de trabajadores de una carrocería cualquiera encontrada por la calle. La habilidad de estos hombres, sin una preparación especial, supo aportar a la obra una ligereza extraordinaria, según las palabras del propio proyectista, que no se puede comparar en absoluto con el resultado con el que habría tenido que contentarse usando paneles industriales estándar, logrando transmitir perfectamente y con gran sensibilidad la visión que estaba en los orígenes del concepto: “dos elegantes estructuras que interactúan sin esfuerzo como dos bailarines. Una imagen entre otras cosas de los más apropiada, si se tiene en cuenta que la dueña a la que estaba destinada la vivienda es una mujer del mundo de la danza.

El trabajo manual, que no tiene nada que ver con la programación por ordenador, sigue presente en países como México, donde la población está separada en segmentos con fuertes diferencias económicas, y la gente está muy vinculada con sus tradiciones. Incluso en la capital es habitual encontrar por todas partes, casi en cada rincón, a alguien que aunque no tenga formación artística de ningún tipo improvise de acuerdo con su gusto y sus capacidades creaciones partiendo de la nada o de muy poco, expresión de una cultura especialmente variopinta y fantasiosa. 

Estas expresiones libres nos sugieren mundos que aún no están totalmente controlados por la infalibilidad y el mito de la perfección, mundos en los que no siempre predomina una industria de la construcción que rechaza la indeterminación y que se niega a empezar la fase de realización de obra antes de haber controlado y simulado todo en los más mínimos detalles. He de admitir que no creo que sea justo dejarnos llevar nostálgicamente contracorriente, rechazando una tecnología que nos garantiza ahorrar tiempo y dinero, que nos permite no tener sorpresas y realizar cosas excepcionales. Pero también es verdad, quizás desde un enfoque más romántico, que cuando una obra permite intuir señales evidentes de quienes han colaborado en ella incorporadas a su presencia material, que no sean índice del trabajo sofisticado de un equipo de ingenieros y especialistas, además de adquirir una belleza que la caracteriza, en cierto sentido imperfecta y poética, se convierte en testimonio de un precioso patrimonio humano. Esfuerzo, amor, interacción, una realización coral que se crea sincronizando distintas manos, que procuran aportar lo mejor de sí mismas, son los ingredientes importantes que relatan su historia. Es un poco como cuando un artista camina durante kilómetros a través de una extensión natural, dejando visible el recorrido que ha realizado: su esfuerzo queda plasmado como testimonio tangible, discreto, que no aporta destrucción alguna sino una trasformación temporal que se borrará con el tiempo. Hay obras que aceptan la imperfección, ayudando a entender la realidad de un mundo que evoluciona, alternando fases de crecimiento y de destrucción.“A line made by walking”, de Richard Long, famoso representante del Land Art, ilustra claramente este concepto de presencia en la ausencia. Es una aceptación que, lejos de ambicionar el control como ciertos demiurgos de lo contemporáneo, pretende hacernos reflexionar sobre un ciclo vital que se basa en la estratificación alternada de lapsos temporales que permiten que el hombre deje testimonio de su creatividad, para luego desaparecer dejando prueba de su existencia solo en fotografías y libros de historia.

Dejando de lado estas consideraciones, Rojkind, el arquitecto que me inspiró para escribir este artículo, pone de relieve que se desencadena una energía muy fuerte en el tentativo de realizar algo de lo que estar orgullosos y hacer que nuestros conciudadanos también estén orgullosos. Cuando la colectividad contribuye a realizar una obra arquitectónica, el vínculo que se instaura es especialmente profundo. Es un poco como si se pusiera una mesa para un banquete en el que todos, sin límites, pueden participar, pueden llegar y sentarse a disfrutar de la ocasión de estar juntos. Cada uno participará con gusto y el ambiente festivo estará rebosante de jovialidad.
 

Foro Boca, sede de la Orquesta Filarmónica en Boca del Rio, México, es un ejemplo muy logrado de un nuevo espacio cultural, sede de eventos diversificados, festivales, programas musicales y talleres para jóvenes. El área urbana degradada ha sido sometida a una importante obra de revitalización y gracias a la contribución de la comunidad local que ha trabajado directamente, ha sido posible edificarlo. El conjunto del complejo se programó con un gran respeto por el lugar y va evolucionando de forma natural, adaptándose orgánicamente al contexto, del que adopta su lenguaje en los materiales elegidos, que representan la continuidad. La pavimentación de granito que rodea el Foro invade sin interrumpirse partes del interior, mientras que la envoltura exterior de los volúmenes de hormigón, apilados recordando los toscos bloques del muelle, se irá revistiendo con el tiempo con una pátina que le aportará una especie de mimetización con las rocas de los arrecifes cercanos. Se quiso rendir homenaje a la versatilidad creativa de la artesanía local con un juego rítmico de ligeras protuberancias y concavidades que al quedar impreso en la piel de los paneles de hormigón crease una alternancia interesante de luces y sombras. Por dentro el espacio se desarrolla mediante una serie de compresiones y dilataciones, volúmenes dobles y triples que permiten que se sucedan de forma dinámica y fluida los distintos espacios accesibles al público. Una plaza exterior, específicamente concebida como complemento pulsante de este núcleo de vida urbana, traslada al aire libre los eventos que se celebran en la sala principal proyectándolo en rincones audiovisuales, permitiendo así que más gente pueda participar a los conciertos más multitudinarios. La construcción ha visto aumentar su poder de atracción sobre la gente del lugar que la ha adoptado no solo como referencia de entretenimiento artístico y musical, sino también como lugar de encuentro, donde pasar el rato o pasear hacia el mar con la familia, con los niños, con los amigos, en cualquier momento del día. El autor de la obra supo encontrar una idea y proponer una realidad que era necesaria a la población. El valor de una experiencia muy significativa ha transformado el proyecto en un catalizador de interacciones e intercambios. 


No es la primera vez que asistimos a la participación entusiasmada de masa. También con Cineteca National, Rojking ha demostrado saber adelantarse, sin importarle la vacilación de las autoridades, a las exigencias generales de un vasto público. Además de la ampliación y renovación del complejo existente, que era el encargo recibido, por iniciativa propia propuso y realizó una especie de anfiteatro al aire libre destinado a eventos y proyecciones, rodeado de vegetación, reservado al uso público y absolutamente gratuito. La iniciativa fue recibida con gran entusiasmo y recibe público constantemente, no solo en ocasión de las citas cinematográficas en la gran pantalla, y está siempre lleno de jóvenes y adultos sin distinción de edades, tanto con la luz del día como en la oscuridad de la noche. Ambas situaciones, que se han revelado capaces de provocar una participación espontánea nos permiten entender con claridad que el arquitecto mexicano pone en práctica, antes de llegar a la realización de un proyecto, un atento ‘diseño diagnóstico’; se preocupa de indagar con sensibilidad y atención en cuáles son las aspiraciones y necesidades de una sociedad en continua evolución.

Estaría bien que un arquitecto, emulando lo que normalmente hace Rojkind, caminando por la calle, curioso y ávido de encuentros casuales con gente común, entablara una conversación con la colectividad, que ésta pudiera hacerle comprender qué se esperan y qué les gusta a sus componentes, y que luego, al recordar esas voces, esas frustraciones que refirieron vacíos y ausencias, para mantener vivo el diálogo instaurado, diera vida a la realización de un sueño colectivo. Los resultados serían sorprendentes desde el punto de vista humano, pero también desde el punto de vista de la arquitectura, a la que se le conferiría un valor añadido, que debería ser su esencia misma. En centros urbanos como Ciudad de México seguramente es más fácil este contacto con la gente, pero también en grandes metrópolis europeas y del mundo se pueden extrapolar momentos de gran intimidad y experimentar relaciones capaces de hacernos entender las urgencias y las necesidades que deben satisfacerse. 

Virginia Cucchi

Credits:

Rojkind Arquitectos : https://rojkindarquitectos.com/
PR House, Tecamachalco, State of Mexico
Photos: Jaime Navarro Courtesy of Rojkind Arquitectos
Foro Boca Concert Hall, Boca del Río
Photos: Paul Rivera and Jaime Navarro Courtesy of Rojkind Arquitectos
Cinteca National, Mexico City
Photos: Paul Rivera and Jaime Navarro Courtesy of Rojkind Arquitectos


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