28-01-2019

ARQUITECTURA CARNÍVORA

© Peter Bialobrzeski,

Green Architecture,

¿Es carnívora la arquitectura actual? 



¿Es carnívora la arquitectura actual? Una vegetación exhuberante e incontaminada es la protagonista de las series de fotografías de Peter Bialobrzeski Paradise Now y Neon Lights. Imágenes seductoras en tonos pastel, románticos y delicados, que ilustran las periferias de las ‘megalópolis’ asiáticas, que al primer vistazo parecen una jungla idilíaca. Cuando se observa con mayor atención sin embargo, la engañosa belleza del verde inmaculado, ofuscado por las luces de neón de la ciudad, va perdiendo su naturaleza y va revelando poco a poco fragmentos de un paisaje de hormigón, rascacielos iluminados que avanzan peligrosamente desde el fondo armados de fuerza destructiva y acercándose cada vez más.

“…La construcción en hormigón, como se entiende en el tercer mundo, genera espacios carnívoros: una caverna tiene el suelo de piedra, las paredes de piedra y el techo de piedra. Pero el hombre no proviene de las cavernas, venimos de los árboles y somo criaturas del bosque, a pesar de que ahora vivamos en las cavernas. La arquitectura actual sigue un régimen exagerado y malsano. Es absolutamente carnívora. Las condiciones de la naturaleza nos imponen regresar a un estado más equilibrado, más vegetariano …” la afirmación de Simon Velez&rsquo y las alarmantes imágenes de Peter Bialobrzeski nos llevan a reflexionar sobre la arquitectura actual, que cada vez ocupa más espacio como protagonista, con profundas y rápidas transformaciones del contexto familiar que ejercen en el paisaje un impacto violento. Contra esta vergonzosa pérdida de deontología se alzan el clamor de las batallas en defensa del medioambiente. ¿Es carnívora la arquitectura actual? Simon Velez, con su visión drástica y pesimista, responde al uso excesivo de hormigón, acero y paredes secas con la fuerza fantasiosa de sus creaciones en bambú. Este material, utilizado como ‘acero vegetal’ conjuga sostenibilidad y flexibilidad y se integra de forma natural con el ambiente. El arquitecto colombiano, promotor de un desarrollo de urbanización sostenible, considera que la abundancia de bambú, con su rápido crecimiento y las excepcionales propiedades ambientales que tiene, hace de esta planta una alternativa preciosa y económica a la madera, con la consiguiente reducción de la deforestación y la salvaguardia de la biodiversidad.
 
Tiene aún más fuerza una arquitectura con una actitud que respete la naturaleza y se armonice con ella, que esté abierta a escuchar las críticas sobre el excesivo crecimiento urbano, la necesidad de recursos naturales y los datos preocupantes sobre el calentamiento global. Gracias a las enseñanzas de los errores del pasado, la sostenibilidad ambiental empieza a calar en gran parte de la vida de las ciudades e influye considerablemente en la mentalidad de los ciudadanos y sus comportamientos. Gracias a esta nueva conciencia, la arquitectura y el diseño se están orientando hacia una re-naturalización del hábitat, en busca de una reconexión que no sea llamativa, una integración sincera con la naturaleza. Obras más responsables y sensibles desde el punto de vista ambiental demuestran la voluntad difusa y en aumento por restaurar los equilibrios biológicos alterados, con la esperanza de que los seres humanos, que más que ninguna otra especie han dejado marcas indelebles en el planeta, se hayan dado cuenta de que forman parte de una comunidad vital más amplia, no solo como consumadores sino como productores de recursos y servicios para el ecosistema, en favor de otras especies. 

La vía para sanar las heridas profundas y tamponar la hemorragia provocada por los efectos sinérgicos de una rápida edificación y de fortunas aún más volátiles, es larga y difícil. El oportunismo y la ignorancia han causado una grave contaminación, deforestación y extinción de algunas especies de flora y fauna. Sin embargo resulta confortante ver un aumento de proyectos que se basan en criterios sostenibles de calidad proyectual, responsabilidad económica, ecológica y social, y es de esperar que la actual y difusa campaña educativa convenza sobre todo a las generaciones más jóvenes para que abandonen los comportamientos irresponsables e insostenibles.

Con frecuencia nos refugiamos en la naturaleza para concedernos momentos preciosos de retiro, para encontrar en ella un refugio en el que elevar nuestro espíritu a kilómetros de distancia de los frenéticos ritmos y presiones cotidianas de la ciudad. La necesidad actual de contar con la presencia de elementos naturales es acuciante y generalizada. Nuestra propensión innata a estar siempre bajo presión exige un contrapunto que pueda atenuarla. El ’verde’ y la biodiversidad son dos elementos constantemente solicitados y enfatizados, tanto en los espacios domésticos como en los laborales o en las zonas colectivas compartidas. Los hoteles, anidados entre árboles majestuosos y exuberante follaje representan para los amantes de la naturaleza todo el encanto de los refugios recónditos y la embriagadora libertad de las casas en los árboles de los niños. Los pájaros, sin perder la fe en el ser humano, hacen sus nidos en nuestros balcones, que despuntan como ramas de los jardines verticales de las torres, oficinas y centros comerciales surgen entre huertos y lagos. Los tejados de los edificios están totalmente dedicados a la agricultura urbana. Fachadas, patios y asentamientos urbanos de diverso tipo se transforman en espacios verdes compartidos para promover un sistema de economía participativa y de vecindario responsable. Todo parece un himno a la conversión, lo que hace falta es un compromiso duradero. 


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