08-01-2020

Ambrosi Etchegaray: Casa Volta en Puerto Escondido, México

Ambrosi Etchegaray,

Sergio López, Jaime Navarro Soto,

Puerto Escondido, Oaxaca, Mexico,

Ville, Housing,

La bóveda en cuanto símbolo de un recorrido espiritual se sitúa al centro de la construcción de esta casa de vacaciones Casa Volta de Jorge Ambrosi y Gabriela Etchegaray en la costa mexicana de Puerto Escondido.



Ambrosi Etchegaray: Casa Volta en Puerto Escondido, México

Sin duda no es habitual toparse con una obra de arquitectura con tejado abovedado en la costa mexicana de Oaxaca, y las playas de Puerto Escondido no son una excepción. Aquí en medio de la exuberante vegetación salvaje se sitúa Casa Volta, proyectada por el estudio de Jorge Ambrosi y Gabriela Etchegaray; tres cubiertas abovedadas despuntan como si fueran puntos de observación de la inmensidad del océano que se encuentra enfrente.
Puerto Escondido, paraíso para los italianos tras la publicación de la novela de Pino Cacucci y la película con el mismo nombre de Gabriele Salvatores de 1992, es una ciudad con casas bajas y tejados planos, de marcada orientación turística y comercial. Tal vez por eso la referencia iconográfica de Ambrosi y Etchegaray para este proyecto se conecta más con la arquitectura colonial de Oaxaca de Juárez, capital del estado, cuyo centro histórico ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.

Tres bóvedas de ladrillo que emergen entre la exuberante vegetación de la costa constituyen las cubiertas de otros tantos espacios de vida y contemplación, pensados para unos clientes que querían una casa de vacaciones. La elección de la bóveda no puede ser casual, ya que evoca un recorrido espiritual (la bóveda construida por el hombre como símbolo de la bóveda celeste) que a través de la arquitectura pone en relación el hombre y la creación. La bóveda permite que la mirada se eleve, concretice una perspectiva, la búsqueda del infinito. Circunscribiendo este impulso en una forma circular se transmite la sensación de un recorrido completado, satisfactorio y revelador.
En la obra de Ambriosi y Etchegaray las bóvedas son tres, son bóvedas de cañón y cada una se apoya en 12 columnas. Tres espacios cubiertos que se alternan con otros tres al aire libre prácticamente iguales formando una planta rectangular. El eje de simetría longitudinal es un canal de agua que simbólicamente retoma el vínculo con el océano, que no se vislumbra desde aquí aunque está a poca distancia. En todo el conjunto destaca un riguroso orden que evoca las obras de Louis Kahn. Dos puentecillos en los extremos de la construcción permiten un itinerario circular, entre dentro y fuera, entre naturaleza y construcción, entre paredes y cielo, un perpetuo alternarse de experiencias que valorizan la cotidianeidad. La distribución interna de la vivienda, esencial pero completa, contempla dos dormitorios con baño en dos de los espacios abovedados mientras que en el tercero se instalan la cocina y el salón. Adyacentes a cada uno se incluyen terrazas que median entre la vivienda y la naturaleza salvaje. Ningún espacio sin embargo ha sido pensado como completamente cerrado y circunscrito, porque excepto tres tabiques que dan hacia fuera, todas las paredes contienen un sistema de celosías deslizantes de madera, por lo que cuando hace falta cualquier espacio cubierto puede convertirse en exterior.
Todo en este proyecto resulta extremadamente simbólico, y hasta la misma casa es imagen de una cotidianeidad idealizada con espacios definidos en los que dormir, preparar la comida, relacionarse con lo que está en el exterior, y aún así, sin ninguna defensa contra éste, lo que lo convierte casi en un proyecto ideal.
La Casa Volta de Ambriosi y Etchegaray da la sensación, como dirían los propios proyectistas, de ser un punto de viraje ya que se aleja de las construcciones concretas, rápidas y pragmáticas típicas del sector arquitectónico mexicano reciente, para entrar en el universo de la investigación, de la reflexión de la disciplina. En una entrevista bastante reciente estos dos arquitectos, compañeros en el trabajo y en la vida, se quejaban precisamente de que en México se habían convertido en costumbre reiterada empezar a proyectar de muy jóvenes, recién licenciados, dedicándose a reflexionar sobre la disciplina o sobre el propio lenguaje solo después de construir, y esto en el mejor de los casos.
La participación de Ambriosi y Etchegaray en la última Bienal de Venecia, como comisarios del Pabellón de México, iba también en esta dirección, presentando proyectos que hubieran sido realizados con una especial atención y reflexión sobre el contexto rural, desde el desierto a la selva tropical, a los lagos, para los que habían sido ideados y construidos.
El clima y los materiales del lugar determinan también las elecciones de Casa Volta. Las bóvedas, junto con retículos de caña que las cierran lateralmente, permiten que el viento fluya abundantemente en los espacios cerrados, mientras que el agua refresca el exterior, asegurando frescor en los momentos de calor más intenso. La estructura utiliza ladrillos y suelos a base de arcilla, y hormigón: un homenaje a Casa Wabi, la conocida Fundación de arte con viviendas y espacios de exposición que encargó el artista mexicano Bosco Sodi y que fue proyectada en 2014 por Tadao Ando, y a la que Ambriosi y Etchegaray aportaron su contribución con un pabellón en 2018.

Mara Corradi

Architects: Ambrosi Etchegaray
Lead Architects: Jorge Ambrosi, Gabriela Etchegaray
Design Team: Ivo Martins, Santiago Bonilla
Client: Patricio Sodi
Location: Puerto Escondido, Oaxaca, Mexico
Start of work: September 2017
Completion of work: March 2018
Gross Useable Floor Space: 250 sqm
Photographs: © Sergio López (01, 03, 05-14), Jaime Navarro (02, 04,15,16)


×
×

Manténgase en contacto con los protagonistas de la arquitectura, Suscríbase al boletín de Floornature